Reivindicación Colectiva Y Represalias En Las Cárceles Del Estado Español

A continuación, carta de un compañero que está participando en el intento de unas cuantas personas presas de abrir un espacio de lucha desde el que  poder al menos denunciar una larga serie de situaciones de abuso contra las personas presas que se han convertido desde el franquismo en costumbre dentro de las cárceles del Estado español. Los compañeros presos en lucha se han limitado a exponer una tabla reivindicativa donde se analizan todas esas situaciones de vulneración de los supuestos derechos de la gente presa, apoyándola con ayunos simbólicos mensuales. Su intención es sencillamente iniciar un debate basado en la práctica y orientado a ella, de las personas presas entre ellas y con quienes les apoyan de algún modo en la calle, sobre los motivos urgentes que existen en las cárceles españolas para iniciar una lucha social contra ellas, y sobre las maneras de hacerlo. Todos los participantes están sufriendo represalias como las que relata este compañero en su carta. Ante un intento pacífico de denuncia de abusos y reivindicación de derechos, la dirección carcelera responde con falacias criminalizadoras, torturas y malos tratos, traslados punitivos e intervención arbitraria de comunicaciones. Este último es el motivo de que no hayamos podido publicar  hasta ahora varios comunicados y cartas como la que sigue. Este compañero pide, como muchos otros, que se le escriba y se le envíen libros, textos y publicaciones anarquistas. Que contactemos desde la calle con los presos en lucha es necesario para establecer una red de comunicación, soporte indispensable del espacio de lucha y de la comunidad anticarcelaria. Después de la carta ponemos sus señas, pero cuidado al escribirle, ya que tiene la correspondencia intervenida.

Aupa, compas, como verán, en Palencia. Desconozco el motivo por que me sacaron del hospital. Ya estaba pesando 64 kilos. Apenas pisé la cárcel de A Lama, prepotencia y provocación por estos carceleros. Cuando regresé, desapareció un sello de oro y mi radio sony, que me lo chuleó algún ordenanza, y ropa que me había regalado un paisano. Y viene el carcelero y me empuja, y yo le pego un puñetazo en el pecho, y me dice “ahora vengo”. Ya sabía yo lo que venía. Prendí fuego a mantas y etc. Estaba muy débil y, cuando te entran con escudos, porras y espray… no pude hacer mucho. Me dieron una paliza al sacarme de la celda de enfermería, patadas, gomazos y puntapiés en el estómago. Estoy todo marcado de gomazos, tango en la cabeza un huevo como una pelota de tenis, del gomazo que me dieron. De la enfermería a la celda de aislamiento, patadas y puñetazos, boca y nariz sangrando, me sacaron la ropa llena de sangre y me dejaron sólo con una camiseta, atado boca a abajo de pies y de manos. Más tarde, más gomazos, porque le pegué a una carcelero. No le hice mucho daño ya, porque estaba débil. Palos en las plantas de los pies. Todos estos hechos ocurrieron el día 17 de octubre de 2016 y al otro día, a las 8:30 de la mañana, en una conducción especial sólo para mí y centro de destino La Moraleja. Estoy reventado, compas. Dejé la huelga de hambre el 20 de octubre, porque estaba muy mal y aquí nada de raro que un día aparezca muerto en este campo de exterminio. Podrán reventarme a palos, pero no doblegarán mi mente y mis sentimientos ácratas. ¡Arriba la anarquía y abajo estos verdugos!

Compas, a los que estamos en prisión, luchad a ¡hasta el final y, si nos matan, no haya nada más digno que morir por nuestros derechos y libertad, ¡no somos esclavos!, ¡rebelión y revolución! Si ya más puteado no puedo estar: correo intervenido, no me dejan comunicar con compas, rompen cartas, y agresiones físicas y psicológicas. Aún no me ha visto un médico, pero ya he hecho la denuncia al juzgado de guardia para que me vea un forense. Compas, ánimos y siempre con el puño en alto. Aquí estoy con otro compa y esperando la huelga de hambre colectiva hacia las Nais. De vez en cuando, hasta me gusta que me peguen estos verdugos, así siento que sigo vivo y que mi dolor y mi rabia me fortalecen. Compas, revolución y máxima solidaridad a alas Nais. Después de todo, yo soy delincuente y estoy acostumbrado a palos y que me revienten a tiros. Compas, cuando vean a un anarquista que se caguen y que sepan que tiramos para delante y no sólo de boli o huelgas de hambre y de sed o de patio.

Compas, abolición y fuego a las cárceles y cero tolerancia contra estos verdugos. Un abrazo libertario a todxs lxs compas (…). ¡Revolución! ¡No podrán contra nosotros! (…). Muchas gracias por vuestra solidaridad y mandadme libros ácratas, ya que me trajeron sin ropa ni nada, lo justo.

La revolución es la vida, la sumisión es la muerte. “Todo lo que quede de mi vida podrá resumirse en una palabra: libertad” (Bakunin). La belleza de la libertad radica en nuestras acciones, que definen nuestro día a día. Insurrección y revolución.

“Las prisiones son la expresión de la esclavitud del pueblo. No fueron construidas más que para doblegar y someter al pueblo. Durante siglos, la burguesía de todos los países doblegó con ayuda del cadalso y de la prisión ña resistencia y el espíritu de rebeldía de las masas. Un pueblo libre no tiene necesidad de cárceles, pero las prisiones existen y, por consiguiente, el pueblo no es libre”. (Piotr Kropotkin).

Abolición de los muros. Cárcel=Tortura.

José Poblete, cárcel de La Moraleja, 23-X-2016

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Para escribir al compañero:

José Adrián Poblete Darre

Centro Penitenciario La Moraleja

Ctra. Local P-120

34210 Dueñas (Palencia)

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