El pasado 5 de julio de 2013 Javier Callejo, ex-recluso del centro Penitenciario de Burgos, denunció públicamente frente a los Juzgados de la Avenida Reyes Católicos los malos tratos recibidos mientras se encontraba internado en la prisión burgalesa de la que recientemente ha sido excarcelado. Callejo declara haber sido agredido por varios funcionarios mientras se encontraba inmovilizado de pies y manos en una cama de sujeción mecánica, episodio que le ha reportado lesiones de por vida.
Con esta protesta Javier Callejo reclama el fin de la tortura en prisión y la destitución de los funcionarios implicados en la agresión así como la del director del Centro Penitenciario de Burgos.
Provisto de una sábana del propio Centro Penitenciario de Burgos que le sirvió para hacer públicas su denuncias por malos tratos, el pasado viernes 5 de julio de 2013 Javier Callejo se plantó delante de los Juzgados de la avenida de Reyes Católicos para expresar a cualquiera que quisiera escucharlo la agresión de la que a sido víctima en la prisión burgalesa. En declaraciones a DV el propio Javier explicó como durante su última estancia en prisión fue salvajemente agredido por varios grupos de funcionarios que lo inmovilizaron de pies y manos dejándolo atado a una de las denominadas camas de sujeción mecánicas donde, según relata, continúo siendo agredido. A través del siguiente audiopuede escucharse la versión de Javier callejo sobre cómo se desarrollaron los hechos
[audio: https://ia601806.us.archive.org/28/items/JavierVallejo/Javier%20Vallejo.mp3]
La agresión, en la que están implicados hasta 15 funcionarios del Centro Penitenciario de Burgos, ha sido denunciada puntualmente encontrándose actualmente en fase de diligencias previas.
Tras estos hechos Javier Callejo denuncia sufrir una lesión crónica en el talón izquierdo lo que le imposibilita caminar con normalidad teniendo que hacer uso de muletas dificultando aún más si cabe la posibilidad de incorporarse su vida cotidiana.
Javier sabe que probablemente se quedará cojo de por vida, pero no duda ni un ápice en denunciar públicamente con toda la energía de su vida truncada por los periplos carcelarios que la tortura es una práctica habitual en los centros penitenciarios, y que el de Burgos no es ninguna excepción.
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