La unión y la fuerza de las presas lograron que una madre pueda asistir al velorio de su hijo tras doblegar la negativa del Servicio Penitenciario Federal, el pasado martes 13. El joven había sido asesinado a balazos en un episodio aún no esclarecido. “Si bien la ley le brindaba toda razón a la mujer, fueron necesarias dos jornadas de lucha y huelga para que una madre pueda abrazar a su hijo muerto”, denunciaron las compañeras.
¿A que nos referimos cuando decimos no hacer ningún movimiento? Esto significa tirar el carro para atrás, no retirar ningún alimento proporcionado por el estado, no salir al trabajo, no estudiamos no vamos a los talleres, o sea no salimos de los pabellones. Todo esto para pedir por favor lleven a una madre al velorio de su hijo ya que solamente después de una pérdida tan profunda y dolorosa nos llevan 20 minutos al sepelio a ver un pedazo de tierra que se supone que ahí debajo está nuestra bebe al cual parimos, amamantamos y le enseñamos a caminar.
Los hijos son nuestra única contención, alegría y esperanza. El sistema penitenciario puede decir que ese es el fin de lo mejor que nos sucedió en nuestra vida (un pedazo de tierra), ¿no merecemos el respeto de poder abrazar y acompañar a nuestro bebe en ese último paso? Si pertenecemos aunque sea al reino animal, pero nuestro amor a la vida y creación es tan fuerte que en una alianza de 430 mujeres logramos en esa unión que permitió al menos por dos horas que esta mamá pudo abrazar a su bebé y verle su carita la última vez.
El derecho nos asiste
Esto sucedía en el Centro Penitenciario Federal Nº IV de Mujeres de Ezeiza. Traducción: madres, abuelas, hijos, nietos, esposas, privadas de absolutamente y todo los vínculos familiares a pesar de lo dispuesto por el art. 166 de la ley 24.660. Esta Ley de Ejecución Penal dice: “El interno será autorizado, en caso de enfermedad o accidente grave o fallecimiento de familiares o allegados con derecho a visita o correspondencia, para cumplir con sus deberes morales, excepto cuando se tuviesen serios y fundamentados motivos para resolver lo contrario”.
Lo logramos unidas y en lucha, no nos fue concedido graciosamente. Este fue el mejor resultado de nuestra huelga. El peor y al que estamos acostumbrados acá, fue lo manifestado por la gente del Servicio y sus jefes: ¿porque no salíamos a trabajar? Aunque nunca se preguntaron por qué no comíamos.
Eso sí se encargaron de aclarar que no habían sacado a esta mamá a ver a su bebé por nuestra unión, sino que salió dado que el juzgado interviniente dio la orden de traslado.
Por María Pueblo
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