El pasado 6 de dicembre, a las ocho de la mañana, cinco minutos después del recuento, dos presos están todavía acostados en un celda de la prisión de Valdemoro. Alguien mira por la mirilla de la puerta durante unos dos minutos. De pronto, sin mediar palabra, se abre la puerta y un carcelero se lanza hacia la cama de uno de ellos, le arranca sábanas y mantas y le da una bofetada en la cara: “¿Te crees muy chulo?”, le dice. El compañero reacciona: “¿Tú qué haces?”, le agarra por la pechera y le empuja contra la pared, ve que lleva encima sus llaves. El otro compañero que está en la celda le separa del boqueras pidiéndole que se calme. El carcelero sale corriendo como una rata. A los diez minutos vuelve con otros boqueras, son muchos, es la hora del cambio de guardia y todavía están los de los dos turnos. En la celda entran unos siete, pero en el pasillo hay algunos más, en total unos diez o doce. Se lían a hostias con el compañero que había recibido la traicionera bofetada. Entre otras cosas le rompen la nariz, en la celda queda sangre por todas partes cuando lo sacan a rastras en calzoncillos. En el pasillo le esposan y siguen arrastrándole hasta un descansillo donde no alcanzan las cámaras de vigilancia. Allí le dan otro palizón. Los carceleros se van turnando: unos le agarran y otros le pegan y después cambian de puestos, los que le pegaban le agarran ahora y son los otros quienes le pegan. Le quitan los zapatos y descalzo le llevan a la enfermería. Allí le amenazan: “a ver qué vas a contar ahora”. Le cortan la hemorragia, le ponen algodones dentro de la nariz. Se queja del costado, tiene un hematoma a la altura del hígado, pero el médico no le hace caso. En calzoncillos y todavía golpeándole le llevan a la celda de aislamiento. Allí lo dejan, en gallumbos, hasta la noche, no hay calefacción y hace un frío que pela. Por la noche le llevan un chandal y una sudadera, pero sigue sin calefacción, temblando de frío. Así está hasta el día nueve que se entrevista con el Juez de Viglancia por videoconferencia. Éste abre diligencias. Llama por teléfono a su compañera, pero les es imposible comunicarse porque se lo impiden nos ruidos extraños. Pregunta a otros compañeros y ellos le dicen que han podido hablar normalmente sin ruidos por el mismo teléfono. A la compañera le niegan de malas maneras las hojas de reclamaciones cuando las solicita para protestar por los ruidos que les han impedido comunicar por teléfono. El diez va a que le vea el forense. El parte médico se lo da a los boqueras. Cuando solicita una copia tanto de este como del primero realizado por los servicios médicos de la cárcel, se niegan a dárselas. Está en artículo 75 y le corresponden cuatro horas de patio, pero sólo le dejan fuera tres horas. Está muy resfriado, sigue sin calefacción en la celda, en Valdemoro hace mucho frío y ha estado un día casi entero en calzoncillos y varios más con muy poca ropa…
Sé el primero en comentar