Las cifras de 2013 dadas por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias arroja una cantidad de personas reclusas de 66.765, de las cuales el 92,41% son hombres. De esta población, un tercio tiene entre 31 y 40 años y otro tercio entre 41 y 60 años.
El 61,52% de la población reclusa lo está por delitos contra la salud pública y contra el patrimonio, es decir, por drogas y robos. Así, los las personas recluidas por delitos contra la salud pública suponen el 24,32%, mientras que las que están por delitos contra el patrimonio y el orden socio económico ascienden al 37,2%. Las personas con delitos por homicidios o asesinatos son un 5,7%, por delitos contra la libertad sexual son un 4,7% y por violencia de genero un 7,2%.
Que las drogas y los robos destaquen de esta forma frente al resto de los tipo penales a la hora de privar de libertad a las personas, abre multitud de reflexiones sobre el supuesto fin de resocializador de las prisiones. Desde su creación –la realidad carcelaria es un fenómeno relativamente nuevo– las cárceles han supuesto un instrumento de contención, dominación y control de clase.
Artículo en el ABC sobre estas cifras dadas por Instituciones Penitenciarias
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