No es Puig Antich la persona encapuchada ejecutada en esta fotografía, pero el siniestro mecanismo de muerte es el mismo. La pena como muerte es el destrozo total de la vida, la pérdida completa del escalofrío y la calidez, el lugar exacto donde no existe el ultimo recurso, la extema arbitrariedad carente de revisión.
La pena de muerte en vida es igualmente el monstruoso acto de perpetuación incívica de la tortura por castigo terminante y obsoleto contrario a cualquier mínimo vislumbre de ilustración humanitaria.
La ejecución por Garrote Vil se realiza con la víctima sentada y atada. Una vez aposentado el reo, un collar metálico gira desde la bisagra, cerrando el cuello, al final del vuelo metálico. En la parte posterior del Garrote Vil hay un tornillo sinfín con una manivela que lo desliza hacia la parte inferior de la nuca. El tornillo tiene una bola en la punta y con el giro de la manivela manual entra por el hueco del respaldo de madera, llegando a las vertebras que mueven el cuello. Previamente el Garrote Vil se deslizó en vertical, encontrando la altura del sentenciado. Una vez que el verdugo nota que la bola del tornillo ha llegado a su destino, sin la necesidad de preguntar al reo, con giro rápido ejecuta ocasionando la muerte al instante, o va girando lentamente la manivela por su independencia, o parando el giro cuando escucha la asfixia, provocando el máximo de dolor antes del fallecimiento. En los casos de agonía para causar un dolor estallable en el cerebro de la víctima por extremada tortura despidiendo la vida, solo es posible porque el verdugo, persona sin escrúpulos por la anulación total de la compasión, haya recibido la orden y la compensación para extremar aun mas el sufrimiento en el crimen. La ejecución profesional es de gran simpleza. La bola del tornillo empujado de una vez disloca las partes salientes de las vértebras, apófisis, descoyuntando las uniones de los huesos. Cruje sonora la columna cervical que sujeta la cabeza. Al romperse la cervical llega el coma cerebral produciendo la muerte al instante. Cuando la víctima tarda en morir por Garrote Vil no se justifica por la rotura de las piezas de hierro muy sólidas y tampoco por la falta de pericia del verdugo. Un arma mortifera individual, tan eficaz como el Garrote Vil, que por todo mecanismo depende de una fuerza humana simple sobre una manivela multiplicadora de fuerza por palanca para fracturar con potencia unas vertebras, no existe error mecánico ni psicológico para no extender el sufrimiento, ni siquiera para que la víctima no sienta dolor. Creemos que Puig Antich fue salvajemente torturado antes de fallecer. Es muy fácil para la dictadura manipular a los horrorizados testigos con fallos mecánicos imposibles.
Los borbónicos dicen que ahora no ocurre esto, que el Garrote Vil es de la dictadura porque estamos en democracia. Los borbónicos se creen que somos lelos pegados todo el día a la puta televisión llenándonos la mente de pajaritos y basuras insolidarias. Si estamos en democracia ¿por qué los borbónicos encarcelan a los pobres durante toda su vida?, ¿de tirón o a plazos?. Los borbónicos colocan a los pobres un collar de hierro en el cuello, sin girar el tornillo para no matarles de repente, quedando fijados de forma permanente al Garrote Vil del Rey hereditario. Esta es la grandeza monárquica. La grandeza del sistema judicial y político impúdico. Buscan o preparan personas débiles o inocentes para justificar sus crímenes con la falsa seguridad. La historia no corregida se repite en el presente. La memoria histórica no es una frase, sino un desarrollo veraz de contenidos criminales no corregidos. La dictadura utilizaba la falsa seguridad del peligroso para domesticar con el franquismo sociológico. Los borbónicos utilizan la misma estrategia del falso peligroso creándolo para domesticar a la población con el borbonismo sociológico. Ahora como antes ponen el Garrote Vil en el cuello de las personas sin rango torturándolas eternamente con la asfixia que no les mata de repente. Jamás una sociedad puede aspirar a la civilización destruyendo a los núcleos del pueblo mas indefensos. Los borbónicos han puesto a José Antúnez Becerra el mismo Garrote Vil que le puso el franquismo, un mecanismo que no falla en manos de los jueces de la panza llena y las vacaciones sobradas. El franquismo colocó a José Antuúnez Becerra el Garrote Vil y los borbónicos en lugar de corregirlo se ensañan con las víctimas.
Pena que vives en la sombra, tras el barrote la palabra espera. Pena con diálogo imposible, con pena inmediata o con pena que siempre espera. Sin escuchar a la pena humanitaria, la palabra espera en su pena, o no espera porque la palabra cae destrozada como pena de la última palabra. Da igual la pena inmediata que la pena desespera porque ambas son idénticas por su última palabra la pena, la pena endémica, la pena sin remisión, la pena que todo es pena. La pena en sus ojos ciegos, la pena en sus ojos húmedos, el peor de los crímenes del estado es la pena ciega.
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