Como es tradicional en todos los 31 de diciembre, este año volveremos a ir a las puertas de la cárcel de Navalcarnero a recordar a nuestros compañeros que no están solos, y que la lucha por la abolición de tan dantescos centros de exterminio sigue adelante. Porque las cárceles son para los pobres, para recordarnos las líneas rojas de la obediencia y la sumisión que no podemos pasar. Y porque solo somos pobres en términos económicos, allí estaremos. Este año, además, le mandaremos un mensaje a nuestro querido compañero Esmirri, encarcelado sine die simplemente por el hecho de ser antifascista.
¡Abajo los muros de las prisiones!
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