Un análisis, desde dentro, de uno de los prototipos de cárcel impulsada por el gobierno español. La cárcel terapéutica: laboratorio de experimentación de un nuevo modelo de gobierno de la población reclusa. Se ofertan mejores condiciones de encierro a cambio de la entrega total de la vida de la persona privada de libertad. Se les conceden unos beneficios para quitarles varios derechos. Todo depende del examen permanente del equipo terapéutico. Dicen los carceleros que el objetivo es la humanización de la cárcel, en realidad no es más que una fórmula para gobernar la cárcel como una empresa: una empresa total en la que todo horizonte de dignidad y autonomía está entregado al carcelero-terapeuta que lo administra como ganancias. Una simbiosis vital entre cárcel y territorio, fomentada por una red de ONGs encargadas de extender el control fuera de los muros de la prisión. El Estado lanza su nueva economía política del castigo: la cárcel terapéutica emerge como espejo del aislamiento, la tortura y la violencia de la cárcel tradicional y como escaparate para el intento de legitimación de las nuevas macrocárceles de «rostro humano».
Presentación del nº 4 de la revista Víscera
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