Recibimos hace poco una carta desde la cárcel de Teixeiro, en A Coruña, de siniestra fama por las cosas terribles que allí les suceden a las personas presas. Como el grave intento de suicidio del que hablábamos hoy mismo en otra noticia, prácticamente inducido, por abandono y trato cruel a una persona especialmente vulnerable. Ahora estamos hablando de lo que nos cuenta, en una carta fechada en febrero, Pedro Escudero Gallardo, preso de larga duración que debería ser excarcelado por estar gravemente enfermo de cáncer y, en lugar de ello, se encuentra sometido al peor régimen posible y denuncia torturas. Todo eso ya lo Conocíamos por lo publicado a finales de enero en el blog de Familias Frente a la crueldad carcelaria y por un comunicado de Esculca, Observatorio para A defensa dos dereitos e liberdades, del que publicábamos en la misma fecha una versión en castellano. Lo que transcribimos en esta ocasión es una denuncia pública de los mismos hechos que se relataban en enero redactada por el propio Pedro.
DENUNCIO POR TORTURAS A LA CÁRCEL DE TEIXEIRO
Mi nombre es Pedro Escudero Gallardo y estoy preso en régimen cerrado en este campo de exterminio de Teixeiro. Quiero denunciar públicamente lo que me hicieron el pasado día 21 de enero de 2018 los carceleros, que eran diecinueve.
A la hora de bajar de la celda al patio para respirar dos horas y media de aire puro, un carcelero me dijo que yo esperase el último para bajar al patio, que iban a salir primero todos mis compañeros de la primera galería-primera planta. Se fue y abrió también a los de la segunda planta. Así no tendría testigos. Al volver a la celda que yo ocupaba, abrió la puerta y me dirigí a pasar por el detector de metales, donde estaban dos carceleros más y tras pasar por el detector sin ningún problema, el carcelero llamado Bonifacio, sin venir a cuento, comenzó a decirme que yo era un puto asqueroso, un puto delincuente, un puto preso de primer grado que no merecía celebrar mi cumpleaños (pues por la mañana vio como mis compañeros me abrazaban y felicitaban por mi cumpleaños), y le respondí que el puto asqueroso lo era él, y que si yo era un puto delincuente, el era un puto carcelero. Empezó a darse golpes en el pecho diciendo que sí, que el era un puto carcelero que tenía que venir a la cárcel por un mísero sueldo que no le daba para la hipoteca, y tras mi contundente contestación, los tres carceleros callaron y me dejaron bajar las escaleras de la primera planta, pero al llegar al final de la misma, uno de ellos dijo que quería cachearme integralmente en el despacho del educador. Me quité la ropa y la puse en la mesa, y la tiró al suelo diciendo que me iba a llevar a aislamiento porque el quería. Olía a vino. Me vestí y reclamé la presencia del jefe de servicios, a lo que el carcelero se negó y salió del despacho para volver con tres porras. Entregó una a cada carcelero y me tiró un porrazo a la cabeza que paré con el antebrazo, diciéndole que no me tocase mas. De nuevo salió del despacho y a los pocos minutos volvió con el jefe de servicios y 16 carceleros más. Nada más entrar el jefe de servicios al despachó me pegó un puñetazo en la cara y le dijo al resto de sus secuaces que me tiraran al suelo. Me tiraron en un momento y comenzó la agonía: pisotones en la cabeza, en el pecho, en las manos, y uno de ellos me sacó las zapatillas y comenzó a pegarme en las plantas de los pies y en los tobillos. Al rato el jefe les dijo que parasen para coger aire, y, engrilletado a la espalda me arrastraron a aislamiento. Me tiraron boca abajo en un trozo de espuma y me quitaron las esposas. Se fueron y al rato vino un médico llamado José Antonio, que con la puerta de rejas cerrada dijo que solo tenía erosiones, a pesar de estar sangrando por la cabeza y por los dedos de un pie y una mano. Se fue sin curarme, sin reconocerme. Rompí el cristal de la ventana y llame a los carceleros. Cuando vinieron, delante de ellos me tragué un puñado de cristales, y cuando vino el médico y me dijo que me iba a quedar así, cogí otro puñado de cristales y me los tragué en su presencia. Tras un par de horas, fui trasladado al hospital donde me dieron ingreso, me curaron y cosieron las heridas y me hicieron radiografías y un parte de lesiones. A las 5:00 h de la madrugada me dieron el alta y me regresaron a Teixeiro.
YO ACUSO A LA DIRECCIÓN GENERAL DE II PP POR PERMITIR QUE SE NOS TORTURE A LAS PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD.
¡¡HAN ROTO MI CUERPO PERO MI HONOR SIGUE INTACTO!!
Pedro Escudero Gallardo
Para llamar la atención a las “autoridades competentes”:
Cárcel de Teixeiro: teléfono (981779500); fax (981779585)
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria nº 1 de A Coruña: teléfono (981185109); fax (981185201)
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