El pasado miércoles 9 de noviembre una persona de tan sólo 19 años moría en la cárcel de Mas d’Enric, en Tarragona, supuestamente por suicidio. Se trata de un joven que estaba en prisión preventiva, y pese a su edad no se encontraba en el módulo de jóvenes, sino en aislamiento.
Pero no se trata de un caso aislado. Semana tras semana personas presas de Cataluña y de todo el Estado mueren detrás de los muros que nos intentan dividir. Un goteo que va engordando la negra lista de muertos en los centros penitenciarios. Según el Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos, en lo que llevamos de año al menos 30 personas han muerto en prisiones catalanas. Entre 2015 y 2019 murieron en las cárceles del Estado 863 personas. Cifras escandalosas que nos aterrorizan, nos cabrean, nos atraviesan.
Queremos visibilizar esa muerte y la de tantas personas que pierden su vida entre cuatro paredes. Queremos mostrar nuestra repulsa a este sistema que posibilita cerrar y separar de la vida a cientos, miles de personas. Nuestro odio a las prisiones y a la indiferencia. Nuestra solidaridad con las familias y el entorno, que pagan también una condena. Nuestro apoyo y cariño a todos aquellos presos y presas que resisten a pesar de la represión, los malos tratos, los chantajes, las humillaciones, las contenciones mecánicas, el aislamiento y las torturas en todas sus formas.
La cárcel castiga, humilla, destruye y mata. La cárcel no puede formar parte del mundo que queremos. No es una utopía querer acabar con las cárceles, lo que es una utopía es pensar que puede vivirse en una sociedad que las permita.
¡La cárcel mata! ¡A tierra los muros de las cárceles! ¡Solidaridad con las personas presas!
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