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Actividad en la calle Vagos y maleantes

Actividad en la calle Vagos y maleantes

Lxs compañerxs del programa de Radio Vallekas «Gritos del Silencio» se hacen eco de la lucha de Alfredo Cospito contra el régimen de exterminio en cárceles italianas 41 bis. También hablan un poco de la Concentración del pasado 5 de abril ante el Congreso de los diputados y manifestación hasta el ministerio de justicia convocadas por la palataforma «¡Justicia para Paco! ¡Ni unx más!» para pedir investigación imparcial y justicia sobre las muertes en prisión, el cese de la impunidad de los carceleros en la violencia contra los presos, de su abandono médico-sanitario y de las demás causas del goteo incesante de muertes de personas presas. Pero la mayor parte de la emisión la decican a la presentación por su autor de un libro que todavía está en imprenta pero a punto de salir: «Fundamentos y estrategias de la COPEL», que contiene la narración de la experiencia personal de Agustín Moreno Carmona en la lucha de los presos sociales por la amnistía total durante los últimos años 70 del siglo XX y sus reflexiones sobre ella.

Publicaciones Vagos y maleantes

Autoorganización de las cárceles ayer y hoy
  • Sare Antifaxista, CGT y CNT organizan una proyección y charla sobre la COPEL el 13 de febrero en Zirika (Bilbo)
  • La película-documental proyectada será «Modelo 77» y contará con activistas que contextualizarán lo que se vivió en aquella época

Coincidiendo con el día contra la tortura, el 13 de febrero en Zirika (C/ Ronda, Bilbao), a las 18:30 se hablará de las diferentes luchas que en el ámbito carcelario se han venido sucediendo desde la creación de la COPEL y sus consecuencias hasta el día de hoy.

La Coordinadora de Presos En Lucha, que surgió en la década de los setenta a caballo entre una Dictadura que había terminado formalmente y un Régimen democrático aún en formación, constituye la experiencia de auto organización de personas presas más numerosa e influyente de los últimos tiempos. La COPEL aunaba en su seno las reivindicaciones de los más comunes de los presos con contundentes métodos de protesta. Su represión descarnada condicionó y calificó la naturaleza del régimen que aún padecemos. Pese a ello, la auto organización de las personas presas y de sus Grupos de Apoyo exteriores ha continuado desde entonces, no solo para humanizar las condiciones de presidio, sino para criticar el propio encierro. COPEL, fue un modelo de combatividad y auto organización que aún brilla en la memoria, pero las luchas de los presos y presas palpitan hoy en día desde el interior de unas prisiones, que recluyen en la actualidad en Hegoalde a casi dos mil personas.

Sobre esa experiencia inicial y sobre las luchas posteriores y presentes, CGT, CNT y Sare Antifaxista han contribuido en organizar una charla en la que tras la emisión de un documental en el que protagonistas de aquellas luchas, desde la tribuna y desde la sala, hablarán de sus experiencias, acompañados por activistas que contextualizarán aquella época y relatarán las protestas actualmente en curso.

Actividad en la calle Vagos y maleantes

Al frente del movimiento de presos sociales, la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) firmó los manifiestos que acompañaron las huelgas de hambre, autolesiones y motines mediante los que se reivindicaron como víctimas del franquismo. La deriva cada vez más violenta de estas acciones, tanto en su desarrollo como en la respuesta gubernamental, marcó de forma indeleble los años de la Transición. Las acciones colectivas de los presos sociales durante los primeros años de la transición constituyeron un movimiento social organizado, que aunque no logró sus objetivos, determinó la política penitenciaria desarrollada por los primeros gobiernos de la monarquía. Por César Lorenzo

Más información:

COPEL: Una Historia De Rebeldía Y Dignidad [Documental]

[Libro] Cárceles En Llamas. El Movimiento De Presos Sociales En La transición

[Audio]Cárceles En Llamas

Tokata y Fuga 26-10-2013 Cárceles En Llamas

[Audio] Presentación De Cárceles En Llamas. El Movimiento De Presos Sociales En La Transición

Más información sobre la COPEL en Tokata

Vagos y maleantes

Actividad en la calle Vagos y maleantes

Siete compañerxs anticarcelarixs opinan sobre la película «Modelo 77».

Actividad en la calle Radio: Tokata Y Fuga Vagos y maleantes

PUNTUALIZACIONES AL ESCRITO DE FERNANDO ALCATRAZ EN EL «TOKATA»

Soy Daniel Pont, uno de los fundadores de la Coordinadora de Presos en Lucha junto a otros cinco compañeros de la cárcel de Carabanchel en Noviembre de 1976. Dato que no tiene mayor importancia excepto la de situarme desde sus orígenes en el compromiso y participacion en la intensa y muy sufrida experiencia de unos dos años y medio en las luchas de la COPEL.

No quiero extenderme demasiado en la dinámica de funcionamiento asambleario de la COPEL ya desde primeros del año 1977 en Carabanchel y en la labor de agitación y progresiva coordinación con el resto de compañeros presos en todas las cárceles posibles del estado español de la época.

Como punto de inflexion a destacar, en el motin del 18 de Julio de 1977 en la cárcel de Carabanchel, que iniciamos los compañeros aislados en la Rotonda de la Sexta galeria, al segundo día de férrea y corajuda resistencia en los tejados de la cárcel, los compañeros pretendieron designarme como único representante negociador, (junto a dos abogadas y dos abogados que nos apoyaban) ante los mandos del Ministerio del Interior y Justicia presentes en el interior. Enseguida propicié una asamblea para rechazar mi individualización y crear una comisión de cinco compañeros que representase a la COPELl, reafirmándonos en nuestro carácter plural y asambleario.

Desde el momento que las negociaciones fracasaron al decidir mayoritariamente los compañeros del tejado que la inclusión en la Ley de Amnistia era innegociable, esa misma noche, de madrugada, los compañeros de la COPEL de la Rotonda fuimos secuestrados en conduccion especial a la cárcel de Córdoba, en plena huelga de hambre y con fuertes autolesiones la mayoría de nosotros.

En nuestra estancia en la cárcel de Córdoba, siempre funcionamos de forma asamblearia, sin ningún dirigismo, ni vanguardia de nadie, pero eso sí: ya desde entonces tratamos de seguir una táctica eficaz para luchar por conseguir las reivindicaciones colectivas que nos unían, siguiendo la práctica de una doble estrategia: luchar por la Amnistía (luego Indulto) y administrando la tensión en las cárceles abrir espacios y posibilidades de fuga.

El Estado con su dinámica represora de intensificar el miedo para vencernos, ya en el motín de la cárcel de Ocaña del dia 29 de Noviembre de 1977, donde fuimos trasladados, tras descubrirse un túnel por un chivato…, fuga compartida con los miembros de los GRAPO encerrados con nosotros en Cordoba, ya ensayó de forma cruel los pasillos (Via crucis les decíamos nosotros) formados por carceleros y antidisturbios tras acabar el motín, sin ninguna capacidad de ataque o resistencia activa, que nos golpearon con enorme crueldad con las culatas de los fusiles, patadas, puñetazos… obligándonos a desnudarnos en pleno invierno, viendo como un gran número de compañeros chorreábamos abundante sangre: desde entonces conservo una cicatriz en mi cabeza que nunca olvidaré.

En el “Turismo penitenciario” que hice en aquel tiempo, mi siguiente destino fue Carabanchel. Enseguida planificamos la fuga correspondiente (taller de barcos: túnel con luz, música…) de la que fui uno de los responsables en su coordinación. En ese tiempo comencé a observar como progresivamente veía a presos inyectarse heroína, a la vez que resurgían de nuevo las agresiones y violencia sobre los presos mas vulnerables, en gran parte por los ya yonquis, que tanto trabajo nos había costado erradicar.

En ese tiempo participé en una asamblea abarrotada (unos cientos de personas) en Carabanchel y me tocó hablar sobre el peligro que podía suponer la heroína y los problemas individuales y colectivos que podían surgir… ¡y que surgieron! Tras infinidad de motines, autolesiones, huelgas de hambre, etc que sucedieron en muchas carceles, ya en Febrero de 1978 el estado decidio concentrarnos a unos 600 presos en una carcel especial de El Dueso (Cantabria), con los antidisturbios especiales dentro de las galerías, fiscalizando toda actividad, en unas celdas compartidas con varios compañeros, sin water (nos dieron orinales de plástico que muchos tiraban por la ventana), un régimen de disciplina y tensión perfectamente calculado.

El dia 10 de Febrero de 1978 fue rechazada la proposicion de Ley de Indulto en el Senado. La Amnistía ya había sido prohibida expresamente en la Constitucion.

El dia 13 de Marzo fue torturado Agustin Rueda en la cárcel de Carabanchel, junto a otros compañeros acusados de participar en la construcción de un túnel para la fuga. Finalmente Agustín murió el día 14.

El 22 de Marzo un comando de los GRAPO mata a Jesus Haddad director general de prisiones.

El dia 30 de Marzo el Gobierno nombra a su sucesor Carlos García Valdés.

Los dias 3 y 4 de Abril decide visitar la carcel de El Dueso. Los y las abogadxs que nos apoyaban nos recomendaron entrevistarnos con él, destacando su pasado antifranquista y supuestamente “progresista”.

En la asamblea que había entonces se decidió darle un voto de confianza por varias razones tácticas: recuperar la movilidad e iniciativa perdidas, ganar tiempo para coordinarnos de nuevo, facilitando la doble estrategia de lucha (y diálogo, claro) de seguir con las reivindicaciones posibles y la fuga. Seguramente desde la cárcel de Valencia se vio como una renuncia o algo peor, pero si hubiéseis estado en el Dueso y vivido la interminable represión y sufrimiento que tuvimos, unida a la impotencia por combatir la desunión que ya comenzaba con fuerza, lo mismo se valoraría de otra forma.

Continúo mi relato: cuando García Valdes llega a el Dueso, a traves del subdirector de la cárcel, estando en el comedor colectivo, me dice que vaya a entrevistarme con él: de nuevo me dirigí a los compañeros para formar una comisión, creo recordar que diez, entre los cuales estaba yo.

En el encuentro que tuvimos con él, le planteamos la necesidad urgente de relevar a directores y cargos de la Direccion general de Prisiones, conocidos por su caracrter represor y torturador; que apoyase la Ley de Cuantías que se estaba tramitando y toda una serie de mejoras en las condiciones de vida que facilitasen nuestra existencia y movilidad: inicio de la “Cogestion”, inicio de las comunicaciones “Vis a Vis”, desaparición de la censura, despenalizacion de las autolesiones y huelgas de hambre, etc.

En esos dias surge un enfentamiento muy grave en el Dueso: se enfrentan a puñaladas varios presos de los Grupos de Incontrolados en Lucha (GIL), la mayoria ya Yonquis, grupo que habian creado en Carabanchel. Continúan surgiendo abusos entre presos, motines sin ninguna reivindicacion… lo que en el Dueso calificamos de “Desmadre y caos”, que tan bien le venia a la direccion general de prisiones y al estado. Los medios de comunicación comienzan a dejar de publicar noticias en positivo de nuestra lucha…

El dia 26 de Abril, la COPEL de el Dueso, en asamblea emite un comunicado en el que se reflexiona sobre la necesidad de coordinar las acciones de lucha, de superar los enfrentamientos y de evitar el desmadre y el caos. El 8 de Mayo en una jornada de lucha con autolesiones, ingestión de objetos metálicos, etc. a la que se sumaron algunas prisiones, fui trasladado junto a otros compañeros al Hospital de Valdecilla de Santander. Allí, una vez más, intentamos la fuga y, en mi caso, casi estuve a punto de conseguirlo con la ayuda de un compañero de COPEL en libertad, siendo sorprendido “in extremis” cuando iba a deslizarme con una cuerda de alpinismo. Ese mismo día del 8 de mayo el gobierno aprobó la Ley de Cuantías por la que salieron en libertad 588 presos condenados y 270 preventivos en espera de juicio.

El 27 de Mayo conseguimos la fuga de tres compañeros en el Dueso, gracias a una maniobra de diversión de la que fui obligado protagonista.

A primeros de Junio fui trasladado junto a otros compañeros del Dueso a la antigua crácel de Alcalá de Henares para descongestionar el Dueso. El día 9 junto a cuatro compañeros más, intentamos la fuga de esta cárcel a traves de una antigua ermita colindante con la sección abierta de esa cárcel: fuimos tiroteados en pleno recinto por el guardia civil de la garita, siendo herido grave uno de los participantes.

A los dos días fuimos trasladados en régimen de aislamiento a la cárcel de Carabanchel de nuevo. Ya funcionaba la “Cogestión”. Al estar aislado los compañeros que participaban en la Cogestioón (la mayoria de la COPEL), pidieron mi participación. Me sacaron del aislamiento para participar en la reunión con la dirección de la cárcel: el director, psicólogo y el subdirector, sociólgo.

En esa reunión se trataron varios temas con los que estaba de acuerdo.Y luego surgió la propuesta de que teníamos que avisar a los presos que se tenían que ir en conducción especial. Me negué a cumplir semejante delegación represiva. Inmediatamente me devolvieron a celdas de aislamiento y no supe nunca más (ni quise…) del régimen de cogestión del que algunos de mis antiguos compañeros se beneficiaron.

A los pocos dias fui trasladado de nuevo al penal de El Puerto de Santa Maria en régimen de vida mixta (con restricción de movimientos, una hora de patio, intervención de la correspondencia y censura, intervención de comunicaciones, etc.), junto a varios compañeros de la COPEL de Barcelona y alguna otra cárcel.

En estos últimos meses que pasé en el Puerto de Santa María, para asistir al último juicio que me quedaba pendiente en la Audiencia de Madrid, por el que estaba en prisión preventiva 6 años, fui trasladado en dos ocasiones en conducción especial: en un jeep de la Guardia Civil para mí solo, escoltado por otro jeep del mismo cuerpo. Me trasladaron directamente de la cárcel de el Puerto a los calabozos de las Salesas, en la Audiencia provincial de Madrid, para evitar mi contacto con los compañeros de Carabanchel. Como en las dos veces se suspendió el juicio, de nuevo conducción especial de Madrid a Cadiz, con un bocadillo como toda comida.

Finalmente el dia 20 de Abril de 1979, el Garcia Valdes decidió trasladarme a la Central de Observacion de Carabanchel, a la vez que a Miguel Sánchez García, uno de los compañeros más activos de la Modelo de Barcelona, seguramente para intentar con nosotros alguna terapia conductista (condenada al fracaso…) que nos “reformase”.

Al día siguiente 21 de Abril de 1979 salí en libertad de la cárcel de Jaén, donde se hacía tránsito y noche, siendo seguido el jeep de la guardia civil donde iba recluido por el coche de mi abogado y gran amigo, Manuel Hernández Rodero “el Pichuelas”, junto a otrxs tres amigxs más para “rescatarme” y llevarme, alucinado, al Cabo de Gata de Almería, donde comenzaría una nueva etapa de mi vida libre , con algún que otro sobresalto.

Con este relato pretendo zanjar el “eterno” debate que tengo con Fernando Alcatraz respecto a su versión sobre el funcionamiento de la COPEL en el Dueso en los meses de febrero, marzo y abril de 1978.Y especialmente ante sus afirmaciones públicas donde insiste en calificar a la asamblea de miembros muy activos de la COPEL en el Dueso, de la que yo formaba parte, tratandonos de forma despectiva de “dirigentes” y de autoconsideranos “la vanguardia” de la lucha, falsedades sin ningún fundamento ni prueba, pese a “sus investigaciones “ particulares.

Lo hago con pesar, cansado de debatir estas calificaciones en público y privado en varias ocasiones, sobre todo porque como decía al principio, al ser militante muy activo y comprometido con la lucha de COPEL, desde su origen, tuve una mayor perspectiva de su dinámica y estrategia y viví de pleno todo lo narrado.

Para quien lea esto, puede contrastarlo en el libro de Ceéar Lorenzo “ Cárceles en llamas: el movimiento de presos sociales en la transición”, de la editorial Virus que en sus páginas 267 a la 272 hace un relato muy detallado.

¡Salud!

Daniel Pont

Debate sobre objetivos y medios de lucha Actividad en la calle Vagos y maleantes

PROS Y CONTRAS DE “MODELO 77”

Quiero explicar, antes de nada, mi relación con la COPEL. En la segunda mitad de los años 70, estando todavía en la calle, en Valencia, yo participaba en unos grupos autónomos que hicimos, entre otras cosas, algunas acciones violentas, varias de ellas en apoyo de la lucha de los presos, que para nosotros, en aquel momento, era una de las batallas decisivas del proletariado salvaje contra el Estado. En varias ocasiones, coordinándonos entre diferentes grupos de barrio, incendiamos con cócteles molotov seis, ocho, diez bancos a la vez, el mismo día a la misma hora, coincidiendo con algún motín en la cárcel u otro acontecimiento de la lucha anticarcelaria. También hicimos estallar algún artefacto explosivo, en el Tribunal Tutelar de Menores, por ejemplo, y en algún otro juzgado. Nos coordinábamos también con grupos de Madrid y Barcelona que hicieron igualmente cocteladas, pusieron petardos en reformatorios y juzgados, atacaron la cárcel Modelo de Barcelona con granadas de mano, ametrallaron comisarías…

Frecuentábamos un centro social autogestionado, asambleario, que estaba en el barrio de Orriols, donde había un “comité de apoyo a COPEL”. Participábamos en las manifestaciones por la amnistía, gritando, aquello de “amnistía total”, “presos a la calle”, “comunes también” o, incluso, “políticos también”; repartíamos algún panfleto, hacíamos alguna publicación, poníamos una paraeta o distri en el centro con material en apoyo de COPEL; organizábamos alguna charla, algún concierto; colaborábamos en fugas, ayudábamos a fugados y perseguidos…

Cuando caímos presos cuatro compañeros, en enero del 78, nuestro mayor afán era encontrarnos con los presos en lucha, participar en COPEL. Nos metieron de dos en dos en galerías distintas y nos pusimos en huelga de hambre para que nos trasladaran a todos juntos a la cuarta galería, donde estaban los compañeros más combativos. Estuvimos sin comer alrededor de un mes y, finalmente, nos llevaron a la cuarta, donde pudimos unirnos a la lucha colectiva, que era lo único que hacía falta para “ser de COPEL”, porque, en realidad, entonces, nadie “pertenecía” a COPEL, sino que era la COPEL la que pertenecía a los presos en lucha. Eso fue en marzo. En febrero, había habido una conducción represiva de quinientos supuestos miembros de COPEL al penal de El Dueso, porque en enero había arreciado la oleada de motines y autolesiones colectivas que duraba desde julio del 77 y que se había ido intensificando, sobre todo alredeor de octubre, cuando se decretó la última amnistía, verdadera “ley de punto final” que exoneraba a los agentes de la autoridad franquista que hubieran cometido crímenes en el ejercicio de sus funciones, pero a ningún preso social, y, después, alrededor de la propuesta de indulto promovida por Bandrés y Xirinachs, apoyada por un pequeño grupo de senadores y rechazada finalmente el 10 de febrero. El 13 de marzo, los carceleros de Carabanchel torturaron hasta la muerte a nuestro compañero Agustín Rueda, participante en un grupo autónomo en la calle y en la COPEL dentro, igual que nosotros, y el 22, los GRAPO ejecutaron en represalia a Jesús Haddad, director general de prisiones.

En abril, tomó posesión de ese puesto Carlos García Valdés, abogado supuestamente progresista, experto en “penitenciarismo”, profesor y penólogo reformista, ponente del proyecto de nueva ley penitenciaria que se estaba tramitando. Enseguida, hizo una gira por las cárceles para “dialogar” sobre el terreno con carceleros y presos, empezando por El Dueso, donde los compañeros de COPEL allí secuestrados habían salido de aislamiento por orden suya. También vino a Valencia, donde algunos de nosotros participamos en la comisión que fue a hablar con él, como fingidos negociadores, pues se había iniciado oficialmente la etapa de la llamada “cogestión” y nosotros habíamos decidido, como muchos compañeros en todas las cárceles del Estado, simular que participábamos en ella, para despistar a los carceleros, mientras seguíamos intentando fugarnos. Así que, con otros doce compañeros y apoyados por nuestra gente en la calle, habíamos iniciado un túnel en la cuarta galería de La Modelo de Valencia.

Poco después, llegó un “comunicado” de El Dueso, firmado por unos supuestos “dirigentes” de COPEL que decían ser la “vanguardia” de la lucha, “desbordada ─según ellos─ por el desmadre y el caos”. Propugnaban un aplazamiento de la reivindicación del indulto y un “voto de confianza” a García Valdés “a la espera de que cumpla todas las promesas que nos hizo, ya que en principio nos parece un hombre honesto, con buena voluntad de hacer profundos cambios en el sistema penitenciario del Estado”. Mandaron también una “lista de reivindicaciones generales para todas las prisiones” y unas “reglas de convivencia de los estatutos de la COPEL”, y prometían enviar pronto esos “estatutos” dictados por ellos. En otro comunicado posterior, donde se convocaba una huelga de hambre general para el 10 de mayo, se hablaba de dejar para situaciones extremas los medios de lucha violentos, como motines e incendios, y de emplear sólo “medios pacíficos”, como huelgas de hambre y autolesiones. En la cuarta de La Modelo de Valencia, rechazamos el contenido de esos comunicados y juramos que, si nos pillaban el butrón, le prenderíamos fuego a la cárcel. Y eso fue lo que pasó el 10 de junio, que nos subimos al tejado y le prendimos fuego a la cárcel, porque el 2 de junio se habían fugado 45 presos de La Modelo de Barcelona (en 1978 se fugaron 175 presos) y García Valdés, que ya había dictado el 31 de mayo una circular abriendo la mano a los malos tratos, dictó otra el 6 de junio exigiendo a los carceleros que cumplieran intensamente su obligación de hacer cacheos y requisas periódicas. Y cayó nuestro túnel.

En julio, hubo motines en Málaga, donde le pegaron al director, y en Badajoz, que fue incendiada. El 15 de junio de 1978, Carlos García Valdés había cursado a todos los directores de cárceles una orden telegráfica donde se instauraba un régimen especial de “vida mixta” para los presos que continuaran rebelándose o intentando fugarse y ordenaba su traslado a los departamentos celulares de Ocaña, Burgos, El Puerto de Santa María, Cartagena o El Dueso, y el 24 de julio, dictó una circular donde desarrollaba el diseño de ese nuevo régimen especial de castigo, reimplantaba la censura de la correspondencia y limitaba la “cogestión”. A lo largo de lo que quedaba de 1978, alrededor de 1000 presos, al menos uno de cada diez del total, fueron trasladados en conducciones fantasma a esos departamentos celulares y sometidos a un régimen de aislamiento de 23 horas y media al día encerrados en la celda, restricción, intervención y censura de comunicaciones y brutal intimidación, ya que en los celulares estaban los antidisturbios y la violencia contra los presos era el pan de cada día. La ceremonia de bienvenida consistía en hacerte atravesar los corredores del celular en medio de una doble fila de maderos y boqueras que hacían llover sobre ti un chaparrón de patadas, puñetazos y porrazos, bastante más violento de lo que muestra la película, con alguna parada para hacerte desnudar, darte unos cuantos porrazos extra y enseñarte “lo que vale un peine”, gritándote en la cara que no estabas en la provincial de donde venías, sino en el penal que fuera, y todo lo que tenías que hacer y no hacer mientras estuvieras allí, o bien, una vez en la celda, lo que te esperaba si te pillaban sentado en la cama, hablando con los compañeros por la ventana o si les mirabas cuando abrieran la puerta y no te ponías al fondo enseñando las manos abiertas. Por en medio de aquel “pasillo” de antidisturbios y carceleros con sus porras tenías que pasar cada vez que salías de la celda y, si no querías salir, iban a buscarte allí y te daban tu ración.

En junio de 1979, se inauguró la cárcel de Herrera de la Mancha, una de las primeras de una tanda de trece que se construyeron, para empezar, según el diseño “modular” idóneo para aplicar los nuevos régimen y tratamiento instaurados por García Valdés en la nueva ley penitenciaria que aún se estaba discutiendo en las Cortes. Pero la de Herrera era una cárcel especial, destinada a “terroristas” y a presos “especialmente peligrosos”, de estructura y funciones inspiradas en las “cárceles de alta seguridad” americanas y alemanas. Allí fueron a parar una selección de los que estaban en los celulares (la decimatio de la decimatio) que incluía, por ejemplo, a los testigos del asesinato de Agustín Rueda, a quienes se obligó torturándoles a desdecirse. El régimen imperante combinaba las técnicas de control, condicionamiento y tortura blanca más modernas y sofisticadas con los viejos y brutales métodos franquistas que hemos descrito más arriba. Un proceso sistemático de tortura y humillación, de mayor a menor crueldad, en el que ibas pasando, según el nivel de deterioro, sumisión y derrota que fueras alcanzando, por tres módulos diferentes, cada uno un poco menos duro, en una especie de representación concentrada y sádica del sistema gradual preconizado por la reforma de “Don Carlitos de La Mancha”, hasta que conseguías salir de allí, después de mucho tiempo, destrozado física y mentalmente. ¿Reinserción? ¿Era este el “espíritu de la reforma”?

En la película, se dice varias veces que “la COPEL ha muerto”. Habría que ver si eso sucedió o no y, si pasó, reflexionar sobre el cómo, el cuándo y el porqué. Pero de lo que no cabe duda es de que la lucha tuvo que continuar, con COPEL o sin COPEL, prácticamente hasta hoy, porque los motivos para ello han seguido vigentes e incluso han aumentado. Y tampoco cabe duda de que la COPEL fue una buena herramienta de lucha mientras pudo serlo, pero no la lucha misma. Porque, al avalar a García Valdés, dejó de ser nuestra en un momento decisivo, para convertirse, aunque fuera momentáneamente, en un instrumento de la astuta política pacificadora del nuevo director general. Después, con la tremenda represión de los años 78 y 79, ya no se pudo recuperar la iniciativa, porque todos estábamos en los celulares o en Herrera, y las cosas habían cambiado mucho en las cárceles, también bajo la influencia de otros factores, como la aplicación del «principio de bifurcación» en el nuevo sistema gradual de clasificación y distribución de «recompensas» y castigos, la irrupción de la heroína y el desplazamiento de la generación de los copelianos por una nueva, motivada diferentemente, por la toxicomanía, sobre todo.

En cuanto a “Modelo 77”, hay que reconocer que sus guionistas se han currado muy bien lo simbólico, construyendo una especie de mito, narrado siempre desde el punto de vista de los presos y, por lo tanto, anticarcelario, sin dejar de denunciar en todo momento la cárcel como tortura y la tortura en la cárcel. Así, pues, resulta algo así como una parábola antipunitivista, muy bien pergeñada. Gracias, en primer lugar, al magistral tratamiento que hace de lo que se puede considerar el personaje principal de la película, la cárcel Modelo de Barcelona, el monstruo que se ha tragado a todos los demás personajes y que parece metabolizarlos, aunque le produzcan un cólico de vez en cuando con su agitación, magníficamente fotografiada (La Modelo), desde dentro, desde fuera y aún en sus entrañas. Gracias igualmente al buen arte narrativo de sus autores, que logran expresar personajes verdaderamente arquetípicos: como el abogado de oficio; el personal de la cárcel (director trapacero, siniestro jefe de servicios, varios tipos de asquerosos boquerones…); y los presos, cada uno un mundo y todos pertenecientes al mismo inframundo popular, el del proletariado más desposeído, aunque se echa en falta una forma de hablar más verosímil, ya que el argot de la época está casi ausente. Consiguen pintar también situaciones fuertemente emblemáticas, como el ingreso de Manuel, la paliza en período y otras, la autolesión colectiva, el motín, la fuga, la salida, la relación amorosa a través de afectuosas cartas e inmundos locutorios, la amistad entre los dos protagonistas, la discreta solidaridad y salvífico sentido del humor del Negro, etc.

Pero la consideración más racional, reflexiva, crítica, salvo algún impresionante discurso de Pino, brilla por su casi total ausencia, y se diría que los guionistas son acólitos de Fukuyama o de Lyotard y que para ellos la historia ha terminado. Así que no hay pasado, ni presente, ni futuro, sino que parece que todo sucede en una situación distópica, como en “El cuento de la criada”. Así que, a mi parecer, el peor defecto de la película es la deshistorización que efectúa del relato de los acontecimientos relacionados con COPEL. Al seleccionar los sucesos más espectaculares, más cinematográficos, y amalgamarlos en la ficción narrativa, rompe la cronología viva de la lucha de los presos, que nunca perdió su concordancia conflictiva con el contexto general, cortando, por omisión o por distorsón, su conexión con los demás acontecimientos decisivos del período de la Transacción “democrática”, con lo cual despolitiza también el relato de diversas maneras.

Por ejemplo, el tema de la amnistía y el indulto lo distorsiona, confundiendo una cosa con otra, olvidando la profunda vinculación de la lucha de los presos sociales con la lucha por la amnistía total en la calle y borrando su relación, no con los presos políticos “demócratas”, sino con los llamados “terroristas”: grapos, etarras, autónomos y anarquistas, relación que, de hecho, fue muy intensa y significativa, y de la que forma parte, por ejemplo, la historia del asesisnato de Agustín Rueda.

Suprime toda referencia al resto de las reivindicciones de los presos en lucha (derogación de la Ley de Peligrosidad Social, depuración de carceleros fascistas, reforma del código penal, etc.) y a la costumbre de la elaboración dialogada de tablas reivindicativas que constituyen verdaderos y exhaustivos análisis de la situación penal y penitenciaria y una crítica política del poder punitivo del Estado sumamente radical, relevante y oportuna, sobre todo en aquel momento histórico.

Elimina también la conexión con las luchas obreras y vecinales, con el movimiento asambleario, cuya memoria ha sido más reprimida aún que la de la lucha de los presos. Y por el mismo agujero hacia la nada se va la peculiaridad organizativa de la COPEL y de todo el movimiento anticarcelario del momento: una forma distinta de autoconstituirse un sujeto plural, una comunidad de lucha basada en el respeto por la autonomía de los individuos y de los pequeños grupos, en la coordinación horizontal entre ellos, en la acción directa, el apoyo mutuo, la solidaridad y la autoorganización colectiva. Nada parecido a un sindicato ni a un movimiento de masas dirigido por una vanguardia, por unos líderes.

Desaparece asímismo, no el apoyo, sino la participación en un mismo movimiento de una gran cantidad de abogados sinceramente radicales; de muchos individuos y grupos libertarios y autónomos; de los comités de apoyo a COPEL, surgidos en los barrios obreros; y, sobre todo, de AFAPE (la Asociación de Familiares y Amigos de Presos y Ex presos), en acción antes de que existiera la COPEL y fundamental en su surgimiento, así como de otras agrupaciones de familiares y amigos.

De esta manera, la historia de la COPEL queda casi totalmente descontextualizada histórica y políticamente y la relación de los hechos con el franquismo y su democratización se vuelve sumamente vaga, meramente simbólica. Y así es como pierde también la conexión con las cárceles actuales y con la lucha contra ellas. Porque, en la multitud de luchas que ha habido de entonces a hoy por vulneraciones similares y a veces peores de lo debido a un ser humano, se ha utilizado con frecuencia, por ejemplo, el recurso de las tablas reivindicactivas analíticas y, al mismo tiempo, emblemáticas de la crueldad del sistema carcelario; o las acciones expresivas, simbólicas, que contenían simultáneamente una propuesta táctica y un planteamiento estratégico, como las subidas a los tejados, las autolesiones o el fuego. En las luchas más recientes, esa referencia implícita a la COPEL ha estado a menudo presente y hasta se ha hecho explícita algunas veces. Y en las luchas de los familiares y amigos de quienes ha habido en los últimos años varios intentos de autoorganización, así como en su conexión viva con lo que sucede dentro, han estado presentes AFAPE y aquella comunidad de lucha en la que participaban, no sólo los presos y sus familiares y allegados, sino también otros colectivos, como tiende a suceder ahora, a pesar de las dificultades.

Además, no olvidemos que la política penitenciaria del Estado español y la mayor parte de sus medidas se han centrado en hacer lo necesario para impedir que se vuelva a formar una comunidad de lucha como aquella, desarrollándose a través de la represión de todos los intentos de hacerlo. Y que la Ley Orgánica General Penitenciaria de Carlos García Valdés, que defendió abiertamente la tortura y a los torturadores cuando se supo lo que estaba sucediendo en la cárcel de castigo y tortura de Herrera de la Mancha, mientras se estaba terminando de aprobar aquélla en las Cortes, todavía está en vigor, cuando fue y sigue siendo un instrumento de deslegitimación de la lucha social de los presos y de legitimación de su represión, y de legalización encubierta de la tortura, por cuyo empleo optó por entonces la mal llamada “democracia” española y continúa haciéndolo. Y siendo su hipócita concepto regenaracionistta de la reinserción de los “delincuentes” presos, en la miserable práctica de la administración carcelera, un proceso de degradación, debilitamiento subjetivo y muerte, demasiado a menudo, de sus víctimas.

Por último, hay que reconocerle a la película, a pesar de lo dicho, su toma de partido en el presente cuando, en la escena de la paliza que le da Manuel al repugnante boqueras abusón, perseguidor y torturador, alude quizás al cinismo de las organizaciones corporativas de los guardias que, con apoyo de los grandes medios de incomunicación, de la clase política y hasta del gobierno de izquierdas, se presentan como víctimas y piden que se les reconozca, aplauda y recompense por la funesta, cruel y antihumana función que realmente cumplen y por su sucia manera de hacerlo.

Desde luego que no pretendemos que una película pueda sustituir la reflexión histórica o la acción política y social, ni tampoco que tenga que hacerlo, pero, siendo nuestro principal interés político (o mejor dicho, antipolítico) la abolición del régimen de dominación y explotación imperante, Estado y Capital y, por tanto, de la cárcel, del sistema penal, del poder punitivo y la cultura correspondiente, ¿cómo no íbamos a juzgar esta película, que trata de un hecho tan político en ese mismo sentido como el intento autoorganizado de contarrestar y abolir siquiera momentáneamente ese poder de castigo, represión y condicionamiento, para liberar a quienes los estaban sufriendo, con esos mismos criterios históricos y políticos?

Es cierto que la mentira más eficaz es la que más se parece a la verdad, que “en un mundo realmente invertido lo verdadero es un momento de lo falso”, que estamos hablando de un arma de doble filo o, más aún, con filo en el mango, y que tratándose de un arma mental podría llegar a a causar algún tipo de lobotomía. Pero quizá podamos aprovechar de algún modo que la industria del cine española haya decidido poner a la COPEL, las cárceles y la justa lucha contra ellas en la agenda espectacular, aceptar el desafío para intentar hacer oír nuestras matizaciones y procurar que se vea que las macrocárceles actuales y toda la maquinaria social de la que son la pieza nuclear están perpetuando la tortura y los tratos crueles y degradantes, con actos de violencia cotidianos contra la gente presa; con un régimen de castigo especialmente destructivo; traslados arbitrarios y deasarraigantes; abandono médico, retención hasta la máxima proximidad de la muerte de enfermos incurables, encarcelamiento de enfermos mentales, administración abusiva de fármacos; manipulación arbitraria y restrictiva de comunicaciones, permisos de salida y libertades condicionales; dos tipos de cadena perpetua, la legal y la encubierta; indefensión jurídica de la gente presa y de sus familiares; rapaz explotación laboral; discriminación por género, raza, procedencia territorial y condición económica; privación cultural y educativa; supresión de las libertades de información, expresión y asociación; mortalidad excesiva por “suicidio”, sobredosis y enfermedad grave.

Y, compañerxs, la historia no ha terminado, todavía es posible y necesario que nos hagamos cargo de la catástrofe capitalista y de sus efectos destructivos, para ponerles fin, no para administrarlos. Y eso es imposible si no aprendemos a autoconstituirnos de infinitas maneras en sujeto colectivo, político, social e histórico. O, más bien, en una pluralidad de subjetividades, con diferente alcance cuantitativo y cualitativo y diferentes perspectivas, capaces de coordinarse horizontal y creativamente en cada tarea necesaria o deseable y desaparecer cuando ya no sean útiles. De eso fueron buenos ejemplos la COPEL, los grupos autónomos o el movimiento asambleario. ¿Quién dice que ya no podemos hacerlo? De hecho, algunos grupos pequeños o mayores de presos, familiares, amigos o militantes anticarcelarios lo han estado intentando una y otra vez hasta ahora. Y, por ejemplo, mientras se estrenaba la película, una plataforma que agrupa a las familias de catorce personas fallecidas recientemente en la cárcel convocó con éxito una concentración ante la Secretaría General carcelera, a la que los sindicatos de boqueras han respodido querellándose por calumnias e injurias contra una de las familias, que ha perdido hace muy poco a uno de sus miembros, en poder de la administración carcelera, y se ha movilizado sin cesar durante un mes para denunciarlo. Es con esta gente con la que tenemos que encontrarnos para aprender a ejercer nuestra libertad comprendiendo directamente nuestras necesidades. ¡Unámonos y cerremos filas los enemigos del poder punitivo, para defendernos de la inversión de la verdad sobre lo que sucede en las cárceles que están imponiendo sus beneficiarios, mientras continúan degradándonos, torturándonos, matándos y lucrándose con ello!

Fernando Alcatraz

Actividad en la calle Vagos y maleantes


Entrevistamos a cinco compañeros que participaron en la COPEL para preguntarles su opinión sobre la película «Modelo 77».

Vagos y maleantes Radio: Tokata Y Fuga