Desde el grupo anticarcelario de Tarragona, La Corda, nos vuelven a informar de la situación de Juan Ruiz López, preso en Mas d’Enric (Tarragona). El compañero habla de su situación personal y de las medidas que le aplican, también de la situación general en esta cárcel. En la publicación se hace referencia a los impedimentos que ponen desde este centro de exterminio para que según qué presxs puedan hablar con las personas del exterior.
Mayo 2020
El compañero está en aislamiento de forma permanente. Nos dice que está mal, y que ha estado mas de 20 días que lo han estado sacando esposado cada vez que tenia que salir de la celda.
Comenta que se ha sumado a enviar el escrito de denuncia al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Tarragona (que está en Lleida ya que en Tarragona no hay juzgado de vigilancia propio) la queja en relación a que en Mas d’Enric, a según qué presos, no les permiten llamar a una misma persona del exterior. Es decir, un mismo número de teléfono de alguien de la calle, no se lo autorizan a más de un preso. Sobre este tema, sabemos que no hay ninguna norma establecida que prohíba que una misma persona (familiar o amiga) pueda comunicarse telefónicamente con más de una persona presa. Pero que en la cárcel de Tarragona hay una regulación “propia e interna” sobre esto (vamos, que hacen lo que les da la santísima gana) supuestamente para evitar situaciones de amenazas o extorsiones a personas del exterior para que paguen deudas que lxs presxs han contraído en el centro. Esto es un argumento pobre, ya que dichas «amenazas» van a producirse igualmente si es el caso. Además, esta medida acaba afectando negativamente a muchas personas que no está demostrado que hayan hecho o vayan a hacer esta clase de acciones. Hemos comprobado que esta es una medida arbitraria, aplicada a según qué presos en función del juicio subjetivo que hagan lxs carcelerxs.
Además, Juan comenta que ha estado escribiendo a distintos organismos para denunciar su situación y la vulneración de derechos que sufre de manera permanente, así como otros hechos que ocurren en esta cárcel. Con indignación comenta que no recibe respuesta alguna de estos organismos, y que cuando la recibe llega al cabo de mas de un mes. En estas respuestas le dicen que tiene tres días para recurrir o aportar más información, plazos de tiempo obviamente imposibles de cumplir.
Denuncia la desatención médica que sufre. Comenta que el martes 12 de mayo hizo una vídeo-llamada con su familia (estas vídeo-llamadas son a través de wasap, con falta de intimidad y con una calidad de mierda. Duran tan solo 10 minutos). Comenta que después de la vídeo-llamada, tuvo un ataque de ansiedad y pidió que lo atendiera un médico. Nadie fue a verlo. Dio un puñetazo a la pared y siguió sin ser atendido por nadie. Comenta que lo tienen chapado 21 o 22 horas al día, sin acceso a ninguna clase de actividad o taller. Él mismo explica cómo esta situación que perdura en el tiempo está afectando a sus patologías psicológicas y físicas. Recordamos que Juan tiene problemas de toxicomanía desde los 13 años, y varios problemas de salud física y sobre todo mental. Ha protagonizado varias autolesiones de todo tipo, y se le ha aplicado en mas de una vez el PPS (Protocolo de Prevención se Suicidios). Denuncia que cuando se le han hecho informes médicos estos no han sido completos y no han incluido toda la información necesaria. Dice que solamente una subdirectora médica, una tal Elisa, es la que le atiende cordialmente, tratándole como una persona y como un paciente.
También relata que en el mes de marzo hubo al menos un incendio en una celda, y que al chaval lo ataron y le pegaron. Hace referencia a varias situaciones de abandono y maltrato a otros compañeros, además de a él mismo.
Denuncia lo que ya se ha confirmado reiteradas veces, que a lxs presxs no les han entregado ni guantes ni mascarillas, ni tampoco productos de higiene. Comenta que los lotes de higiene que se reparten una vez al mes son insuficientes, y tampoco han aumentado los productos ni las cantidades de dichos lotes ahora que hay toda la movida del COVID. Incluso dice que los presos que reparten la comida tampoco llevan medidas de protección por lo que es fácil que se propague el virus. Tampoco ponen ni bolsas de plástico en el patio para tirar los residuos. Al igual que nosotrxs, siente que con la excusa del COVID les han aislado aún más, pero, sin embargo, no se aplican medidas reales que vayan mas allá de la incomunicación con el exterior.
Adjuntamos aquí algunos de los resguardos de las peticiones que está haciendo Juan desde hace tiempo: Entrevista urgente con el psiquiatra, solicitud de los informes médicos psiquiátricos y de la medicación que está tomando, necesidad de poder realizar actividades. También un papel donde se le informa de las medidas que se le estuvieron aplicando en relación al control de sus llamadas telefónicas, donde entre otras cosas tiene que solicitar a primera hora de la mañana a quién va querer llamar, que estas llamadas siempre serán a primera hora de la salida al patio, pero solo desde el pasillo, y el tiempo de estas llamadas SE LE RESTA de su tiempo de patio, y que durante la llamada habrá siempre un carcelero presente. También nos hace llegar otro papel donde se le informa que va a estar permanentemente bajo vigilancia, mediante cámaras en tiempo real.
A pesar de que estas medidas ya se le cancelaron, todo esto nos puede dar una idea de las condiciones de máximo control a que está sometido el compañero. Sabemos que Juan «no se adapta» a la vida en la cárcel (¿quién puede adaptarse a esta vida?) ya que además tiene distintas problemáticas añadidas. Pero la solución a esto sigue siendo el maltrato, la represión y el control hacia su persona, elementos que solo aumentan su agresividad y odio y repercuten más negativamente en su salud general. Como él dice, «me tienen como un animal y hacen que me convierta en un animal».
Juan Ruiz Lopez
Centro Penitenciario Mas d’Enric
Travessia Comella Moro, 15
43764 El Catllar (Tarragona)
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