17 De Diciembre, Día Internacional Por El Cese De La Violencia Contra Las Trabajdoras Sexuales

MANIFIESTO 17 DE DICIEMBRE – DÍA INTERNACIONAL POR EL CESE DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS TRABAJADORAS SEXUALES

Convoca Grupo de trabajo sexual de (N)O.M.A.D.A.S – Oficina de Migración y Atención a la Diversidad Afectivo-Sexual.

Desde el 2003 se reconoce el 17 de Diciembre como el día internacional de lucha contra la violencia específica que viven las personas que ejercen el trabajo sexual. Originalmente este día se dedicó a la memoria de las víctimas del asesino en serie Gary Ridgway, condenado por asesinar a 49 mujeres (después confesó que habían sido 71), en su gran mayoría prostitutas de calle y mujeres en situación vulnerable. Nosotras queremos recuperar este día para recordar las violencias que se continúan ejerciendo contra las sexotrabajadoras y sus comunidades, que permiten y producen una vulnerabilidad que consideramos intolerable. Como trabajadoras sexuales y como parte de sus comunidades afectivas, políticas, vecinales y familiares, reivindicamos este día para identificar la violencia institucional que sostiene y alimenta a su vez violencias cotidianas, a menudo devastadoras. Todas las personas nos merecemos una vida sin violencia. Sin embargo, la misma idea de qué es la violencia contra nosotras viene dada a través de políticas institucionales, que no velan por nuestros derechos y que desconocen nuestra realidad. Es por eso que hemos decidido recordar a nuestras clases gobernantes y a la población en general que no queremos tener que morir para que se identifique un hecho como violencia. Observamos que los organismos de gobierno, los cuerpos de seguridad del estado, los medios de comunicación, la institución sanitaria, ciertos sectores de los servicios sociales e incluso algunos colectivos aparentemente «afines», integran prácticas discriminatorias constantes y casi protocolarias que supone un agravante en nuestra situación. Por otra parte, denunciamos las actitudes y acciones violentas de personas y grupos que, llevadas por el odio hacia nosotras, nos agreden, acusan, estigmatizan, degradan, violentan, insultan, boicotean e inhabilitan, impidiendo el ejercicio de nuestros derechos humanos fundamentales. Es por esto que hemos decidido definir nosotras mismas en qué consiste la violencia específica contra las trabajadoras sexuales, reivindicando nuestro derecho a la autodeterminación. Esperamos que definir más claramente lo que vivimos como violencias nos ayude a nosotras y a nuestro entorno a acabar con ellas. Nada sobre nosotras sin nosotras.

– Equiparar trata a prostitución, favoreciendo la confusión social y legal hacia estas realidades tan diferentes, ES VIOLENCIA.

– La imposición institucional del concepto de Mujeres Prostituídas, que equipara la prostitución a la trata, que le quita agencia política a las mujeres que ejercen el trabajo sexual y que promueve la política del miedo ES VIOLENCIA.

– Denominar cualquier tipo de trabajo o intercambio económico vinculado a la sexualidad como «violencia de género» ES VIOLENCIA.

– La desregularización de los precios abusivos en el espacio de trabajo (como por ejemplo un club que te cobra 5€ por una botella de agua), así como la llamada «tasa puta», donde los precios son inflados para producir un mayor beneficio al empresario y fomentar la dependencia de la trabajadora ES VIOLENCIA.

– La falta de inspecciones en los clubes y pisos para prevenir la explotación laboral (privación del sueño, multas, imposición de horarios y tareas que no corresponden a las personas que utilizan las instalaciones, los chantajes, la privación de libertad, imposición de servicios, privación del derecho sindical u organizativo, desplazamientos forzosos, aislamiento físico o emocional, falsa información legal y laboral, aborto coercitivo y/o monitorización de la propia sexualidad y bloqueo a los derechos reproductivos, control de las finanzas), ES VIOLENCIA.

– No poder cotizar ni beneficiarte de ningún derecho adquirido por tu actividad laboral ES VIOLENCIA.

– No poder publicitarte o que las vías de publicidad estén fuera del reglamento fiscal general ES VIOLENCIA.

– La «uberización del trabajo», o el fomento indiscriminado de la figura del autónomo, que encubre al empresariado y vulnera los derechos fundamentales de las y los trabajadores ES VIOLENCIA.

– No dar una alternativa laboral al trabajo sexual que no esté precarizada para quienes quieran abandonar este trabajo ES VIOLENCIA.

– La precarización, la desvalorización y la desprotección legal de los trabajos feminizados como los trabajos de cuidados y los trabajos sexuales ES VIOLENCIA.

– El abandono de las personas trans* en el mundo de lo laboral, produciendo la vinculación histórica de trabajo sexual por supervivencia y supervivencia trans*, ES VIOLENCIA.

– La situación de pobreza y discriminación laboral que viven las personas que les lleva a vivir la prostitución por supervivencia o de una manera no deseada ES VIOLENCIA.

– Que declarase víctima de trata sea requisito indispensable para recibir protección, prestaciones o para conservar la unidad familiar ES VIOLENCIA.

– La idea de «grupo de riesgo» como concepto estigmatizante que predispone unas prácticas sanitarias discriminatorias ES VIOLENCIA.

– Que el estigma que vivimos dificulte recibir un buen trato en cuestiones sanitarias y que esto se agrave en el caso de las mujeres y hombres migrantes que ejercen la prostitución, no garantizando plenamente la cobertura sanitaria ES VIOLENCIA.

– No poder disponer del espacio público para hablar y acordar las condiciones, tarifas y límites de tus servicios con tranquilidad y seguridad como si lo pueden hacer otros profesionales ES VIOLENCIA.

– Que los programas institucionales sólo estén centrados en que se «abandone» el trabajo sexual y nunca en luchar contra las violencias físicas y estructurales que viven las personas que ejercen la prostitución durante el tiempo que lo ejerzan ES VIOLENCIA.

– Que las propuestas institucionales enfocadas a la mejora de la vida de las todas personas excluyan sistemáticamente la realidad cotidiana de la ciudadanía que ejerce la prostitución, fomentando una sociedad que ignora estas vidas y que favorece el oscurantismo alrededor de su realidad ES VIOLENCIA.

– La criminalización de las comunidades de apoyo de las mujeres y hombres que ejercen la prostitución, que «proxenetizan» a todo el mundo que brinde ayuda o confort hacia estas personas, en el espacio de trabajo o en el de la vida, fomentando una segregación social hacia ellas ES VIOLENCIA.

– La falta de resarcimiento por vía judicial en actividades regulares del trabajo sexual ES VIOLENCIA. Por ejemplo, cuando en el transcurso del servicio el cliente vulnera los derechos fundamentales de las trabajadoras y no se repara el daño por parte de las instituciones pertinentes, colocando a estas mujeres en una situación de vulnerabilidad judicial y laboral. Todas las personas deberían poder denunciar un crimen con la confianza que se supone de un Estado de derecho.

– La falta de recursos para resarcir y atender a las víctimas de trata ES VIOLENCIA.

– Que los asesinatos a mujeres trabajadoras del sexo a manos de hombres (clientes, empresarios del sexo o ciudadanos llevados por el odio a las prostitutas) no se considere violencia de género ES VIOLENCIA, Y DE GÉNERO.

– Las prácticas normalizadas machistas que se dan en relaciones de intimidad y que se desplazan a las exigencias en el espacio de trabajo (como los regateos, el no querer usar condón /o querer pagar menos si se usa protección, etc) ES VIOLENCIA.

– La instrumentalización de la trata como forma de control migratorio ES VIOLENCIA RACISTA Y el número ridículo de asilos concedidos a víctimas de trata* TAMBIÉN LO ES.

– Que lo que debería ser la lucha contra la explotación sexual se convierte en un lucrativo negocio para los estados y las empresas privadas que encarnan la industria del rescate ES VIOLENCIA.

– Que en el ejercicio de la lucha contra la trata se ignoren las irregularidades y muy a menudo abusos de los clubs o pisos y se centren únicamente en las trabajadoras y trabajadores en situación irregular ES VIOLENCIA.
Invisibilizar las realidades de trata de personas y de esclavitud laboral en otros sectores de la economía como es la agricultura, el textil o el trabajo doméstico ES VIOLENCIA.

– La falta de responsabilidad para con las víctimas de trata (en cualquier sector), así como de la explotación laboral (en cualquier sector) a la hora de reparar y compensar los daños físicos y psicológicos sin tener en cuenta las demandas y las necesidades (a menudo de vida o muerte) de las personas afectadas ES VIOLENCIA.

– Que las redadas se conviertan en «estados de excepción» donde se vulneran todos los derechos fundamentales de las personas por tratarse de una actuación policial contundente ES VIOLENCIA. Ninguna violencia o abuso contra las mujeres y hombres que ejercen la prostitución, en ninguna situación, es aceptable.

– Que se excluya del imaginario y de las políticas públicas la realidad de los hombres que ejercen la prostitución, posicionándoles en un lugar siempre de «proxenetas», cuando la realidad de la industria del sexo incluye mujeres empresarias y hombres trabajadores ES VIOLENCIA.

– Que se excluya del imaginario colectivo y de las políticas públicas la realidad de las mujeres que demandan un servicio sexual o que forman parte del empresariado de la industria del sexo, así como los hombres que ofrecen tales servicios y los clientes respetuosos con las sexotrabajadoras ES VIOLENCIA.

– Que las plataformas web de pago y sus políticas excluyan sistemáticamente el trabajo sexual como una fuente de ingresos válida, endureciendo aún más nuestras condiciones laborales ES VIOLENCIA.

– La idea única del cliente como violador, agresor, violento, etc. ES VIOLENCIA porque invisibiliza la realidad diversa de los clientes, de sus peticiones y de sus formas de vida. El odio al putero es odio encubierto hacia las sexotrabajadoras.

– Que se equipare el trabajo sexual con la violación ES VIOLENCIA porque impide la denuncia en el caso de que exista una violencia sexual en el trabajo, bloquea los procesos de reparación de dichas violencias en quienes las padecen y favorece la culpa de las personas que demandan servicios sexuales (disminuyendo su demanda y, por ello, nuestros ingresos). El trabajo sexual sólo puede ser consentido, de lo contrario no es trabajo, es abuso, y el abuso ES VIOLENCIA.

– La permisividad de actitudes antidemocráticas (como los bloqueos a actividades culturales , impedir el derecho de manifestación o de sindicalización) por parte de los organismos de gobierno hacia grupos agresivos o antagonistas para con las mujeres y hombres que ejercen el trabajo sexual ES VIOLENCIA.

– Que las voces y demandas de las propias trabajadoras sean censuradas y se priorice la visión incompleta de personas que no conocen la realidad de este trabajo ES VIOLENCIA.

* Según TRAKS: Identificación de las necesidades especiales de solicitantes de asilo, víctimas de trata y respuesta a las mismas (Informe de 2017 de CEAR) en 2017 no se concedieron ninguna protección de asilo a víctimas de trata, en 2016 18, en 2015 ninguno y en 2014 sólo a 4.

Sabemos que estas no son las únicas violencias que se pueden vivir como trabajadora sexual. No queremos universalizar nuestra perspectiva que está situada en la fortaleza europa, que responde a unas vivencias específicas en unos cuerpos específicos. Sin embargo nos parece que, a la hora de hacer política y acción colectiva hacia la realidad del trabajo sexual, tenemos mucho más que decir que aquellas personas que ni se han acercado a ninguna de nuestras experiencias diversas y que, por supuesto, no las viven.

Por ello, queremos instar a todo colectivo o individualidad a que se sume a este manifiesto para dejar clara su posición en contra de la violencia contra las trabajadoras sexuales. Identificamos estas violencias como profundamente racistas, xenófobas, tránsfobas, misóginas, machistas y clasistas. Creemos que es tarea de todas escuchar, sostener, defender y difundir las demandas que se desprenden de nuestras formas de vivir y de resistir. Sabemos que ningún trabajo es fácil, pero hemos aprendido a lo largo de nuestra historia a validarnos, a compartir experiencias y a sobrevivir juntas. Hoy, con toda urgencia queremos pediros que hagáis vuestra parte, posicionándoos a favor de nuestros derechos fundamentales, implicándoos en esta lucha y haciéndola vuestra. Porque las trabajadoras sexuales formamos parte de vuestras comunidades y porque no debería haber agresión sin respuesta.

Los derechos de las trabajadoras sexuales son derechos humanos.

Con afecto y solidaridad,

En Valencia, Diciembre de 2019

Algun*s trabajador*s sexuales

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