Juicio los días 21, 22, 23, 24, 27,28 de febrero y el 3 de marzo del 2017 en la Ciutat de la Justicia, contra los presos que en el 2002 iniciaron una huelga de brazos caídos que la institución de servicios penitenciarios, y sus organizaciones sindicales de carceleros, transformaron en motín.
“Las prisiones, donde el equilibrio del poder es tan desigual, tienden a ser lugares brutales y abusivos a menos que se haga un gran esfuerzo para controlar los impulsos básicos de los guardias. No es que uno ponga manzanas podridas en un buen barril. Ponemos manzanas buenas en un barril podrido. El barril corrompe todo lo que toca.”
Philip G. Zimbardo – Universidad Stanford
La memoria olvidada
Cuando la lucha colectiva anticarcelaria que se inició a finales de 1999, conocida como lucha contra del FIES, se encontraba en sus últimos estertores, nos dejó una olvidada muestra más de organización en el interior de las prisiones, con la convocatoria de una huelga indefinida de brazos caídos en la cárcel de Quatre Camins de Barcelona.
Dicha huelga la iniciaron más de 150 presos del módulo I, casi su totalidad, en la prisión de Quatre Camins, un martes 28 de Mayo del 2002, creando un comité de huelga con 12 puntos de reivindicación. La propuesta consistía en una lucha de resistencia pasiva, en la que los presos se negaban a realizar trabajos de cualquier tipo, señalando que en caso de no atender a las demandas, la protesta iría en aumento, abriendo la posibilidad de negarse a entrar en las celdas o dar comienzo a una huelga de hambre.
Desde 1993 no se conseguía una participación tan masiva en una prisión, y la importancia de dicha propuesta, se vio reflejada en que también la secundaron presos con permisos de salida.
Los sucesos tuvieron una rápida y fugaz repercusión en los grandes medios de prensa que, como es habitual, no recogieron los verdaderos motivos de la huelga, sino la versión oficial de portavoces de sindicatos de carceleros e institución penitenciaria. Sobre la voz de los presos y sus reivindicaciones, absoluto silencio, transformando una protesta colectiva de desobediencia, en un motín, con lo que posteriormente se justificaría el asalto de la prisión por parte de los mossos d’esquadra y carceleros llegados de otras prisiones, y las consiguientes torturas, malos tratos, humillaciones y traslados que se producen en este tipo de situaciones y que suelen justificar con “la fuerza necesaria”.
Los grandes titulares de todos los medios de prensa masivos difundieron que las personas presas se negaban a hacer las tareas básicas de la prisión si no les pagaban, como las de limpiar sus celdas, el patio, ir a los talleres, etc…, pero la verdad era completamente diferente.
Desde hacía meses y en un breve periodo de tiempo, algunas de las personas presas venían alertando y denunciando públicamente a través de grupos de apoyo, la situación de recurrentes muertes de personas presas, por lo que consideraban continuadas negligencias de desatención médica. Si alguna persona presa decía algo al respecto, era llevada a aislamiento.
En el módulo, los presos comentaban la necesidad de hacer alguna cosa al respecto, pues era algo que les afectaba a todos y cualquiera podía ser el siguiente.
Un día, en el comedor, al enterarse un preso de la muerte de otro de sus compañeros, se levantó y llamó la atención de los carceleros preguntándoles cuántos tenían que morir para que desistieran en su actitud, y quién sería el siguiente. Al hacerlo a viva voz y frente al resto de compañeros presos que se encontraban en el comedor, no fueron a por él en ese momento, pero le abrieron un expediente disciplinario y esperaron cuando ya se encontraban los presos encerrados en su celda, de manera que fueron a por él. Lo sacaron y, con las advertencias del resto de presos de que no se les ocurriera ponerle una mano encima, lo llevaron a aislamiento.
Su salida del aislamiento coincidió con la muerte de otro preso más, lo que determinó que se plantearan pasar a los hechos, pero pensando cómo hacerlo, pues a la mínima oportunidad pasarían de denunciantes a denunciados, criminalizándolos nuevamente como “presos peligrosos y violentos”.
Por eso, su propuesta de lucha fue consensuar el reclamo con unas reivindicaciones para dar a conocer las pésimas situaciones en las que se encontraban y hacerlo de manera que no pudieran achacarles violencia alguna, teniendo mucho cuidado en no responder a todas las seguras provocaciones y amenazas que sabían iban a recibir.
Como la lucha contra el FIES todavía daba coletazos, y alguno de los presos habían tenido una participación activa en ella, sumaron sus particulares reivindicaciones a las cuatro habituales.
–Abolición del FIES encubierto (1) (art. 93 R.P.). (Había la sospecha por parte de los presos que las reformas que se estaban haciendo en el módulo V pudieran ser para acondicionar un módulo tipo FIES, con capacidad para 80 plazas).
–Excarcelación de los presos con enfermedades terminales (aplicación del art. 60 del antiguo Código Penal)
–Mejora de las condiciones higiénicas y sanitarias dentro de la prisión.
–Destinos remunerados. Que los presos cobren por el trabajo realizado.
–Fin de las falsas recompensas y del sistema SAM (introducido por la antigua consejera de Justicia Nuria de Gispert que proponía motivación e incentivaba las delaciones entre los presos y beneficios carcelarios para los colaboradores).
–Fin de maltratos y torturas. Desaparición de las esposas dentro de la prisión.
–Fin de los «protocolos especiales”, consistentes en impedir la utilización del polideportivo, talleres, o espacios abiertos, a presos considerados «fuguistas”.
–Mejora de la calidad de la comida.
–Desmasificación de la prisión.
Al contexto carcelario abusivo y de precariedad, se le sumaba el hecho del reciente cambio de moneda que había encarecido todos los productos básicos del economato carcelario, pero no había repercutido en un aumento de la retribución económica en los trabajos.
Las personas elegidas por los presos como comité eran las encargadas de hablar con los responsables de la institución carcelaria y hacerles llegar las reivindicaciones, sus preocupaciones e intenciones.
Pese a que en principio parecía que los responsables de instituciones penitenciarias decían tener intenciones de establecer un diálogo con los presos, los portavoces de los sindicatos de carceleros se opusieron a cualquier forma de diálogo y reclamaron una actuación contundente al tiempo que alertaban por los medios, que ellos ya habían avisado a la dirección general de prisiones, que la situación del centro carcelario, era de “alto riesgo”, reclamando más personal, medidas coercitivas más contundentes y mayores condenas. En definitiva, el habitual “decálogo” de reclamaciones del perfecto carcelero.
La cuestión es que la situación en el módulo I de Quatre Camins, se empezó a tensar y a ser preocupante para la dirección general que seguía insistiendo en el “diálogo”.
Al día siguiente, miércoles 29 de Mayo, en el patio se podía constatar cómo acumulaba basura que los presos se habían negado a limpiar, empeorando sus condiciones de higiene. Los carceleros, el día anterior, tuvieron que servir la comida a los presos, ya que ellos se negaron a hacerlo, quedándose posteriormente los platos sobre la mesa y sin limpiar, y el comedor con restos de comida.
Ante esa situación, se convocó una reunión urgente entre el comité de huelga y el Director y Subdirector de Instituciones Penitenciarias. El Director sólo se comprometió a resolver las cuestiones “de carácter interno”, pero ese hipotético compromiso, ni nada de lo hablado en la reunión inspiró confianza al comité de huelga, por lo que reclamaron la presencia del Conseller de Justicia de Catalunya y varios mediadores. También reclamaron la presencia de la Cruz Roja como observadora ante la insalubridad de la cárcel.
El comité expuso a sus compañeros sus temores del comienzo de las medidas represivas y la posible prohibición de visitas en el fin de semana, para que nadie de fuera se pudiera enterar de lo que sucedía dentro. También expusieron la posibilidad de traslados forzosos para romper la cohesión y solidaridad entre ellos y así acabar con la huelga, y se sinceraron explicando su incapacidad para preveer el alcance de la respuesta en caso de represión, pues la noticia de la huelga se había extendido a otros módulos y ya empezaba a ser conocida en la calle, por lo que familiares y amigxs de los presos, así como varios medios de información, se concentraron fuera de la cárcel.
A las 21.00 horas del miércoles 29 de Mayo, de unos 200 presos del módulo I que se habían pasado todo el día en el patio secundando la huelga, ante el aviso de que un gran despliegue de los mossos rodeaban el recinto carcelario, más de un centenar se negaron a entrar en sus celdas y permanecieron en el patio, mientras que algunas decenas se subieron a los tejados para poder llamar la atención a quienes estuvieran fuera.
Sobre las 23:30 horas, y como los presos no deponían su actitud, dieron orden a los antidisturbios de los mossos d’esquadra de entrar y cargar contra los presos. Numerosos carceleros de Brians y La Modelo se incorporaron al asalto de la prisión con material antidisturbios e incluso barras de hierro.
Los presos del módulo II, al oír los disparos, quisieron unirse a sus compañeros abriendo un agujero en el muro común de ambos módulos. Los mossos d’esquadra entraron disparando contra los presos, y estos relataron como vieron que algunos de sus compañeros caían contra el suelo tras recibir disparos de pelotas de goma que les alcanzaron en la cabeza. También vieron como a algún compañero que se encontraba en el tejado, lo empujaron al vacío e impactaba contra el suelo. Policías y carceleros destrozaron todo lo que encontraban a su paso y algunos presos pudieron relatar como ciertos carceleros entraban en sus bunquers, y los destrozaban. Ante lo que veían que se les venía encima, también decidieron hacer lo propio.
Alrededor de las 2:00 horas de la madrugada del jueves 30 de Mayo, la cárcel había sido completamente tomada por los antidisturbios de los mossos d’esquadra y los carceleros, pero para los presos el terror no había acabado, pues el “protocolo especial” de golpes, humillaciones y tortura, continuó al tiempo que se iniciaban los traslados de los considerados “cabecillas” a otras prisiones como Brians, Ponent o La Modelo, mientras que al resto seguían en el módulo I bajo severas medidas de seguridad.
La historia que siempre vuelve
Según explicó Manuel Allué, en aquel tiempo coordinador general de CATAC, el sindicato que era mayoritario entonces en las prisiones catalanas, en el módulo I «ningún interno, a no ser por causa de fuerza mayor, va a salir de sus celdas, ya que se han suspendido las actividades y los presos comerán en la celda» y calificó el panorama dentro de la cárcel como «desolador», puesto que «hay dos módulos, el uno y el dos, con destrozos en el mobiliario, vidrios e instalaciones eléctricas, e incluso agujeros en las paredes”, alertando que «la situación estuvo descontrolada y los internos estuvieron a punto de hacerse con toda la prisión». Sobre el número de heridos tras el motín, CATAC dijo haber contabilizado tres funcionarios atendidos en hospitales, uno de ellos con la nariz rota, así como ocho internos que también debieron ser asistidos fuera de la prisión debido a golpes, contusiones y algún hueso roto, si bien todos habían regresado a la cárcel.
Ferrán Badía, un portavoz de UGT-Prisiones, reconoció que se trataba de una huelga, pero culpó a la Dirección General de Servicios Penitenciarios de «falta de previsión por no tomar las medias adecuadas para evitar que una huelga de brazos caídos derivara en un motín».
Al día siguiente, la versión oficial, habló de grave motín en la cárcel de Quatre Camins, incitado por grupos antisistema del exterior, abriendo las puertas de la prisión a la prensa para que pudieran fotografiar el alcance de los destrozos que habían hecho en su interior los presos amotinados, aunque en su mayoría fueran realizados por carceleros y mossos, para que aquello tuviera toda la apariencia de un motín y no de una huelga de brazos caídos. Mercedes Sánchez, entonces directora general de Servicios Penitenciarios, escribió una carta abierta a los presos justificando el uso de la fuerza para “restablecer la seguridad y libertad de las personas”.
De lo que no hablaron las versiones de la dirección general de prisiones, ni ninguno de los portavoces sindicales de carceleros, fue de los golpes y palizas que propinaron a los presos una vez ya estaba tomada la prisión, ni tampoco la sodomización anal con una porra, con la que violentaron a un preso.
De las personas trasladadas a otras prisiones tras la protesta, unas 20 fueron llevadas a Ponent (Lleida), de las cuales se sospechaba que algunas las tenían con “inmovilización mecánica” en lo que llaman La Rotonda. La “inmovilización mecánica” es un tecnicismo, un eufemismo para evitar decir que pasan los días esposadas de pies y manos en un catre, y sujetas con una correa por la cintura.
Las trasladadas a la cárcel de La Modelo, llegaron en condiciones lamentables, algunas sin ropa, descalzas, golpeadas y con diversos cortes, pero a ninguna se le facilitó asistencia médica. Y es por ello que al día siguiente del fin de la protesta, en La Modelo se produjo un conato de motín que fue sofocado rápidamente, evitando relacionarlo con lo ocurrido en Quatre Camins. Los presos de La Modelo se indignaron al ver el penoso estado en que llegaron sus compañeros de Quatre Camins.
Las instituciones, a través de la manipulación mediática, enviaron un claro mensaje a la sociedad. En la cárcel hay presos muy violentos y peligrosos que no pueden contener con los medios disponibles. Desde la dirección general se reclamó a los políticos la urgente construcción de más prisiones, al tiempo que desvinculaba cualquier conato de protesta con lo sucedido en Quatre Camins. Por su parte los carceleros aprovecharon para exigir más personal y material para un “tratamiento” más duro con los presos y medidas penales contra los grupos de apoyo de la calle. Y para tal fin, convocaron una concentración el siguiente miércoles delante de la Consellería de Justicia, con el fin de protestar por la «precaria situación» de las prisiones catalanas y su “desamparo”. Un portavoz del sindicato CSI-CSIF, se mostró «indignado» por la respuesta de la dirección de la Consellería tras el “motín”.
Antes de la concentración de carceleros, en Barcelona los grupos de apoyo a las personas presas, convocaron para el Sábado una concentración delante de la Consellería y ante la sede del sindicato CATAC.
Ese mismo Sábado en Lleida, se colgaron varias pancartas en solidaridad con los compañeros de Quatre Camins en el eje comercial de Lleida y el domingo se hizo una vuelta a la prisión de Ponent, pudiendo hablar desde la calle con algunos presos que se encontraban en el DERT que informaron que a todos los trasladados de Quatre Camins, unos 20, les habían aplicado el art.75 R.P., y que algunos de ellos se encontraban esposados de pies y manos en La Rotonda. El DERT de Ponent estaba saturado.
Esta situación de abusos se siguió manteniendo con mayor impunidad y mayor dificultad para traspasar tras los muros de la cárcel, hasta que dos años después volvió a estallar, esta vez sí, el motín de Quatre Camins de 2004, del que salió gravemente herido el subdirector de seguridad de la prisión, que en ese momento fue reconocido por los presos como el mayor responsable de los abusos y agresiones que se venían reproduciendo en la prisión.
En dicha ocasión, la versión oficial señaló como causa del motín, la respuesta de un grupo de presos peligrosos que traficaba con droga dentro de la prisión, al ser interceptada la entrada de droga. La explosión espontánea de ese motín, no fue más que un ejercicio de autodefensa frente a la humillante impunidad y los malos tratos de los carceleros, auténticos matones del sistema carcelario.
El imperio de la ley y su ciega justicia.
El juicio contra los presos del motín del 2004 de Quatre Camins, se llevó a cabo cuatro años después, condenándolos a largas condenas. Los presos denunciaron torturas y algunas de esas denuncias no pudieron ser encubiertas, llegando a los tribunales nueve años después, y tras un intenso y extenso trabajo de investigación de asociaciones contra las torturas y los malos tratos. Con total hipocresía, la Generalitat, responsable de las prisiones catalanas, era tanto parte de la acusación como de la defensa de los carceleros.
Y aunque se consiguió demostrar la tortura en el interior de las prisiones catalanas, la condena a los torturadores, viendo el alcance y la gravedad de los hechos demostrados, y las graves penas a las que fueron condenados los presos, fue increíblemente ridícula. Una amarga victoria.
Las cárceles son instituciones de disciplinamiento de los cuerpos, las conductas, las voluntades…, y sus principales recursos son las diferentes y múltiples formas de violencias contra las personas encarceladas.
Del motín de Quatre Camins del 2004, tanto en el juicio a los presos en el 2008, como en el de los carceleros y carceleras en el 2013, los medios y los grupos de apoyo y medios alternativos han dado amplia cobertura de los sucesos.
De la huelga de brazos caídos en Quatre Camins, en el 2002, con la excepción del momento que se producen los hechos, se ha extendido un tupido y profundo silencio.
No se ha sabido nada de la persona que fue abusada sexualmente, salvo que se intentó interponer denuncia. De las personas encausadas y acusadas por el falso motín, nunca supimos más que fueron golpeadas, trasladadas y que les iban a abrir expedientes disciplinarios, perdiéndose el recuerdo con el paso del tiempo.
Los días 21, 22, 23, 24, 27,28 de febrero y el 3 de marzo del 2017.
Hace unos días, algunas personas pudimos enterarnos que a alguno de aquellos presos les había llegado una citación como imputados, para el juicio por el delito de “motín” de Quatre Camins en el 2002.
Algunas de las que nos llegó esta información, la recibimos con estupor y sorpresa, pues pensábamos que se habían archivado los hechos, ya que si alguien debía de estar imputado, no eran precisamente los presos. Pero no es así.
Los próximos días 21, 22, 23, 24, 27,28 de febrero y el 3 de marzo, 15 años después, en los juzgados de la Ciudad de la Justicia, 40 personas que secundaron la huelga, y otras tantas que se subieron a los tejados, serán juzgados por todo un “catálogo” de delitos.
¿Y cómo es que sale este juicio 15 años después y en completo silencio?
Esa es una pregunta que seguro muchas nos estaremos haciendo y para la que sólo tendremos sospechas, hipótesis pero ninguna respuesta que nos aporte certezas.
Lo que podemos asegurar es que Quatre Camins es una prisión que acumula antecedentes de malos tratos a presos. Algunos se recogen en un informe que en 2005 redactó el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Álvaro Gil-Robles, quien contabilizó 12 episodios en los tres años anteriores en diversos centros de detención de Catalunya.
Ya en 1999, un grupo de 27 reclusos de la misma cárcel pidió al juez que investigase dos extrañas muertes en el centro y en junio de 2001 otro abogado denunció palizas a su cliente por parte de dos funcionarios.
El mismo Departamento de Justicia denunció ante la fiscalía en marzo de 2003 a cuatro funcionarios de esa cárcel por la presunta agresión a otro recluso. Entre los denunciados estaba Manuel Allué, líder del entonces sindicato mayoritario CATAC, que posteriormente se integraría en UGT-presons. Esta organización le condecoró en septiembre de 2006, con la medalla al mérito en el trabajo, pese a saber que cumplió una sanción judicial de un mes por el «rigor innecesario» con un preso en 1992.
Lo que sí que podemos reconocer es que el juicio se produce con tanto retraso, que ya casi nadie lo esperaba o no se acuerda de cuando se produjeron los hechos. Además se produce en un momento muy particular para Catalunya y Barcelona, pues por una parte los grupos anticarcelarios están casi totalmente desaparecidos de la calle en la ciudad, envueltos en sus propios proyectos más intimistas y personales, en los que la denuncia pública y colectiva, salvo excepciones, está casi totalmente ausente.
Como estos hechos se produjeron en Barcelona, a las anteriores circunstancias mencionadas, le podemos sumar el propio contexto catalán envuelto en el proceso soberanista y su defensa de las infames demandas del estado español y su gobierno. Ante esto, la escena política de Barcelona, y la de Catalunya, se encuentra supeditada a la hoja de ruta del referéndum y sus demandas, teniendo a la mayoría de movimientos sociales de su parte y distraídos.
Este ya no es un juicio de la Generalitat y su Conselleria de Justicia contra los presos, sino un juicio de un gobierno en el que confluyen intereses nacionalistas de partidos de la izquierda y derecha de Catalunya. Es el juicio de la Consellería de Justicia de una nación, y de las organizaciones sindicales de carceleros, contra los presos que convocaron una huelga de brazos caídos, hace 15 años, contra la joya de la corona de Catalunya: las instituciones penitenciarias catalanas.
Los días 21, 22, 23, 24, 27, 28 de febrero y el 3 de marzo del 2017, quince años después, más de 40 personas presas se enfrentarán solas, sin apoyo, a un juicio que se ha ido reservando para el momento oportuno.
Esa misma Justicia que se reclama para Catalunya, para su independencia, se le niega a los presos que se unieron para intentar cambiar las cárceles catalanas, para erradicar las torturas y a sus torturadores. Los días 21, 22, 23, 24, 27, 28 de febrero y el 3 de marzo, la Consellería de Justicia y las organizaciones sindicales de carceleros, van a ajustarles las cuentas.
Ante la represión solemos gritar: NO ESTÁIS SOLOS. Pero lo están.
Algunos de estos hombres salieron ya en libertad tras cumplir largas condenas. Otros, después de 15 años, siguen todavía en prisión. Los ausentes, murieron.
A nosotras, las que tomamos antaño las calles con el deseo de acabar con las prisiones y el sistema que las necesita, nos han desaparecido. El sistema nos diluyó con la falsa ilusión de sus espejismos y entretenimientos. Las “manzanas buenas” en el barril podrido que es este sistema de pensamiento positivo, también nos ha corrompido. A favor de todo y en contra de nada. Inclusivas, propositivas, motivadas… Nos anestesiaron. Hemos perdido la memoria.
NOTAS
(1) Hablaban de FIES encubierto porque en Catalunya no existen esos ficheros de clasificación de presos, pero tenían confinamientos como el DERT que no tenían nada que envidiar al FIES, y además toda una serie de ordenanzas y reglamentos con los que encubrir el aislamiento, el control e intervención de las comunicaciones, la dispersión, etc…
totes estem preses!
Fuente: Barcelona Indymedia
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