NOTA del Tokata: Mientras en la calle se viene solicitando mediante plataformas de afectados la prescripción de medicamentos de última generación, en la cárcel, donde entre un 30-40% padece de hepatitis C, los presos siguen luchando por un tratamiento de «generaciones» anteriores. Las restricciones impuestas por los recortes económicos están imposibilitando que las personas presas accedan a un derecho básico como es el de la protección de la salud. De forma continuada, Instituciones Penitenciarias (IIPP) está dificultando o negando desde hace dos años que los presos enfermos de hepatitis C accedan a un nuevo tratamiento que duplica las opciones de curación y, en algunos casos, es su única opción terapéutica. El tratamiento se basa en una triple terapia en la que se unen los medicamentos habituales que se empleaban hasta ahora para el tipo de hepatitis genotipo 1A, que es el más común, (interferón pegilado y ribavirina) con un nuevo fármaco (boceprevir o telaprevir); tratamiento este que es anterior al que se está reivindicando en la calle. Ante la evidencia de la eficacia de este nuevo fármaco, y siendo normalizada su administración en las CCAA, los médicos de las prisiones comenzaron a solicitarlo y, sorprendentemente, recibieron diversas instrucciones de la Subdirección General de Coordinación de Sanidad Penitenciaria. Primero se prohibió su prescripción bajo apercibimiento de una posible responsabilidad o expediente utilizando diferentes excusas, que iban desde la necesidad de esperar a elaborar criterios más adecuados sobre los principios activos del medicamento, a la ausencia de consenso en el Sistema Nacional de Salud sobre este tema (cuando la comunidad científica aceptaba su indudable efectividad tal como queda acreditado en los informes). Posteriormente se les informó de que había que esperar en una posible lista de espera estableciendo un cupo de pacientes a tratar en función de la disponibilidad presupuestaria. Por último, en casos de coinfección con VIH, se afirmó que no cumplían con los requisitos de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), por lo que a estos pacientes no se les admitía (ni admite) su administración en ningún caso. Si tras casi dos años de espera y serle denegado varias veces el tratamiento, el preso consigue llegar a ser incluido en el registro de pacientes merecedores del fármaco cuando llegue su “cupo”, el último recurso empleado por el Ministerio del Interior para ahorrarse el gasto del tratamiento es aceptar inscribir a los enfermos en lista de espera de este fármaco con la condición de que se trasladen a una prisión de Madrid para ser tratados en el Hospital Gregorio Marañón, donde se ha centralizado el tratamiento. Es esta una traba más que solo persigue demorar los tratamientos ya que el módulo destinado a las personas presas es reducido y el tratamiento dura 48 semanas, por lo que pueden ser tratados muy pocos enfermos a la vez. Es necesario tener presente que no hay ninguna razón para que los presos se trasladen de la cárcel a cientos de kilómetros de sus familias ya que los tratamientos se podrían ofrecer en los hospitales de referencia de las comunidades autónomas para todos los presos. Éste es, por tanto, el último cuello de botella que impone Instituciones Penitenciarias para ahorrase el gasto del fármaco que tiene un precio de unos 40.00 euros año por paciente, poniendo el coste de los medicamentos por encima de la salud y la vida de las personas.
Escrito de Juan Carlos Rico Rodríguez del 7 de enero de 2015 desde el CP de Madrid 7 (Estremera)
La empresa farmacéutica–multinacional “Gillead”, ha dado con una de las manos del Rey Midas, con el descubrimiento de un tratamiento eficaz contra el virus de la hepatitis C, un virus, cuyo estudio histórico–social demostrara que ha sido de los más letales para los seres humanos. El medicamento “Sovaldi”, parece ser, erradicaría este virus, de los seres humanos que lo padecen.
Como toda empresa multinacional capitalista, el fin único, es rentabilizar económicamente su producto, al margen de cuestiones de tipo moral, éticas (…). Aquel que no disponga de 190.000 “pavos”, de esto se muere, si es por la multinacional.
Este elemento ya lo están utilizando para negociar al alza, la venta de su medicamento sanador a los diferentes gobiernos de los Estados–Nación, que soliciten su producto. Deberíamos replantearnos si merece la pena comprar productos de esta miserable multinacional, cuyo único fin social y empresarial es la pasta, a costa de los muertos que sean.
Por otro lado aquí, en Iberia, nos encontramos con un gobierno de monjes – fascistas, que se niega a adquirir dicho medicamento, también alegando al fin y al cabo, los consabidos “motivos económicos”, como si el dinero que “gestionan” fuese suyo y no de “todos los españoles”, como dicen estos jesuitas.
Los gansters políticos ultraconservadores y nacional–católicos; patriotas enajenados todos ellos, enarbolan continuamente la bandera del españolismo y el patriotismo más rancio, cuando se pone en duda cualquiera de sus argumentos políticos, económicos, sociales, pero dejan de ser los patriotas de ayer y de hoy, cuando de poner dinero de la caja común, se trata, para salvar la vida a 800.000 personas que padecen la enfermedad en ESPAÑA con su propio dinero, el dinero que deberían poner es el dinero que ellos mismos dejarían de ingresar, en sus bolsillos, gracias a sus corruptas componendas político–financieras. A estos catolicones acartonados, les pesa más la pasta que la patria, estos asesinos, la única PATRIA que defienden, es la patria tipo cortijo de terratenientes y patrones, de Francisco Franco Bahamonde, alias PACA LA CULONA para la canalla fascista, ya que fue Queipo de Llano, otro asesino “amigo” suyo quien lo rebautizó. No debemos olvidar nunca, ni perder la perspectiva, de quienes son, los que nos gobiernan: Herederos políticos y religiosos, de la podrida Dictadura militar del pasado. Estos enajenados mentales, a menos que no los paremos de forma contundente, van camino de convertir la patria que ellos defienden en una patria de esclavos, acobardados, encarcelados, torturados y asesinados y (,) los que sobran el silencio de los camposantos. Recordar es no olvidar cómo se combatió a esta gentuza en el pasado.
Gobierno de gansters; soltadle la leña a los traficantes de salud de la empresa/laboratorio farmacéutico “Gillead”, nuestra pasta, y adquirir el medicamento, para que sea distribuido GRATUITAMENTE entre la población que padezca la enfermedad del V.H.C. ¡ya! solidaridad mundial con los enfermos de Hepatitis C. Otro motivo más de lucha contra la tiranía. POR LA SALUD UNIVERSAL, contra el Estado Asesino, autoritario católico–falangista. ¡¡¡Quemad los restos de este espantajo!!! toca a su fin.
Desde el CP de Extremera, prisión experimental de castigo, módulo 2
Juan Carlos Rico Rodríguez
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