Conclusiones de un estudio que ha pretendido conocer la opinión de presos en establecimientos penitenciarios, sobre el uso de medidas coercitivas por indicación clínica en personas con problemas de salud mental y sobre la necesidad de creación de protocolos de actuación para la aplicación de estas medidas. La medida coercitiva más utilizada en estas instituciones es la medicación forzosa. Las personas internas no comprenden y rechazan la utilización de esta medida, sobre todo porque están mal informadas sobre su enfermedad y su tratamiento farmacológico, pero los profesionales abogan por los beneficios de la medicación psiquiátrica, aunque sea de forma involuntaria.
Opinión sobre cómo son tratados médicamente
La opinión que las personas internas tienen de los médicos y los psiquiatras varía según el centro donde se encuentran. Aquellos que se encuentran en el centro penitenciario tienen opiniones que a veces se muestran neutrales y otras veces demuestran que no están satisfechos con la forma como los tratan. Aquellos que se encuentran en el hospital han presentado opiniones más favorables sobre el trato que reciben.
La mejor visión que se tiene del staff médico en general en los HPP en comparación con los CP podría deberse a que el hospital es un Centro donde todos los internos son considerados «enfermos psiquiátricos» y de hecho no están cumpliendo condena, sino una medida de seguridad en base a su inimputabilidad en los delitos cometidos. Pensamos que tanto los pacientes como los médicos y cuidadores, tienen mayor conciencia de la enfermedad y predomina lo «médico» sobre lo «regimental». Además, otro factor adicional que puede predisponer a los internos contra algunos médicos, es el elevado consumo de tóxicos en prisión con un perfil de poli-consumo. Ello implica que estos pacientes son muy demandantes de fármacos tipo benzodiazepínicos de vida media corta e intermedia y, obviamente, no suelen estar muy contentos cuando los médicos no se las prescriben.
Algunos entrevistados piensan que el tiempo de consulta con el psiquiatra es demasiado corto, esto les genera la idea que el psiquiatra no los conoce suficientemente y que no puede entender en profundidad sus problemas o necesidades. La falta de tiempo, también influye en el tipo de atención prestada por el psiquiatra, pues dicen que más tiempo posibilitaría la utilización de otras terapias además de la farmacológica.
Algunos participantes achacan la culpa de que los profesionales no tengan el tiempo suficiente para atender sus necesidades a la actitud de la Administración y a los pocos recursos humanos que ésta proporciona.
El hecho de tener escasos minutos de contacto con los profesionales sanitarios también puede estar detrás de la falta de información que estas personas tienen sobre su enfermedad o sus tratamientos. La falta de información les genera, por un lado, inseguridad, por no saber qué les está pasando y por qué les insisten tanto en la medicación. Por otro lado, esta inseguridad puede llevarlos al rechazo y al miedo del tratamiento farmacológico. Estas opiniones nos llevan a pensar que los pacientes no tienen muy mal concepto de los profesionales sanitarios, pues les exculpan en cierto modo achacando los déficits a la Institución. Los participantes del estudio de Nurse et al también destacaron la necesidad de mejorar el entrenamiento y el uso de evaluaciones para los funcionarios de prisiones.
Opinión sobre las medidas coercitivas utilizadas
Los principales tipos de medidas coercitivas nombradas por los participantes de los dos grupos son la aplicación de medicación inyectable contra su voluntad y la inmovilización física. Algunos se muestran de acuerdo con estas medidas, creen que en ciertos casos son necesarias e incluso beneficiosas para la persona. Otros parecen tener miedo a los inyectables y dicen preferir la contención mecánica. Sin embargo, la mayoría o no entiende el porqué del tratamiento que reciben o no están de acuerdo con él. Posiblemente esto se debe a que las medidas de contención mecánica son puntuales y además se hacen cada vez menos, mientras que el uso continuado de medicación (incluso contra su voluntad) es algo que les afecta todos los días. Algo de esto está cambiando, visto que los enfermos hablan de experiencias pasadas y cuando se quejan de efectos secundarios se refieren normalmente a mezclas de antipsicóticos atípicos inyectables o preparados depot, mientras que los nuevos tratamientos (sobre todo si son pactados), son mejor tolerados y aceptados por los pacientes. Sin embargo, hay que destacar que la mayoría de los entrevistados son enfermos psicóticos que, por un lado, tienen poca conciencia de enfermedad y que, por otro, precisan de un uso continuado de esta medicación para no desarrollar brotes de la enfermedad que ocasionan mayor deterioro.
Los participantes también refieren ocasiones en que consideran que hay excesos en el uso dado a la medicación. Recuerdan casos personales o de conocidos en que la cantidad de medicación utilizada les ha causado efectos físicos muy desagradables y hasta peligrosos para su salud física.
Además, las personas entrevistadas también consideran que en algunas ocasiones el tiempo utilizado en una medida coercitiva, o el tiempo de uso de la medicación es demasiado largo. Nuevamente entra en juego la información que reciben sobre lo que les ocurre, o bien no es suficiente o puede que las explicaciones sean demasiado complejas.
Asimismo, los participantes narran situaciones en que la aplicación de la medida coercitiva va acompañada de violencia física y verbal. Estos comportamientos les generan indignación, pero también un sentimiento de impotencia y sometimiento. Nurse et al también han encontrado que los internos se mostraban descontentos con el trato verbal del personal del equipo.
Cuando hemos preguntado sobre las posibles alternativas al uso de estas medidas coercitivas, o aquello que ayudaría a evitar llegar al extremo de tener que hacer uso de estas medidas, los participantes han vuelto a nombrar la necesidad de terapias, pero también de actividades de ocio y alternativas para ocupar el tiempo de forma creativa. Los internos entrevistados en el estudio de Nurse et al también hicieron hincapié en el hecho de haber pocas actividades, físicas o mentales, dentro de la institución penitenciaria que fuesen estimulantes, y esto les causaba más estrés e irritación.
Finalmente, se ha preguntado cómo veían la posibilidad de que existiera un protocolo de aplicación y utilización de medidas coercitivas. La mayoría de ellos han visto esa posibilidad como algo positivo en la medida en que les protegería de los excesos que habían narrado anteriormente.
El estudio se ha llevado a termino con presos del C P Albolote y del Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Alicante.
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