La ONU señala Un Caso De Tortura De 1996 Y Reclama Reparación

La bilbaina María Atxabal recurrió a esta instancia tras no ser atendida por los tribunales españoles ni el de Estrasburgo. La incomunicación en manos de la Guardia Civil le provocó estrés post-traumático hasta hoy

«Siento que por fin se ha hecho justicia». Visiblemente emocionada, María Atxabal comparecía ante los medios para valorar la sentencia del Comité de Derechos Humanos de la ONU que reconoce que la bilbaina fue torturada por la Guardia Civil durante el régimen de incomunicación al que fue sometida tras su detención en junio de 1996, y que estos malos tratos le causaron un estrés post-traumático que, como ella misma reconoce, «todavía no he superado».

Atxabal. sin embargo, no quiso focalizar la atención únicamente en su caso, e hizo extensiva su reflexión a todas las personas que han pasado por el mismo trance: «La incomunicación destruye a las personas −aseveró tajante−. Hay que acabar con ello, que se reconozca que permite las torturas. Nadie más tiene que pasar por lo que me tocó pasar a mí».

A su lado, su abogado y gran apoyo durante todo este tiempo, Jaime Elías, se mostraba satisfecho con este nuevo varapalo internacional al Estado español por la tortura (hace justo un mes fue el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura el que señaló diez casos concretos de maltratos a vascos, incluida la violación a Beatriz Etxebarria). Tras explicar concienzudamente los pasos dados ante los diferentes tribunales durante los últimos diecisiete años y las negativas de las distintas instancias españolas a investigar su caso, concluyó que el dictamen de la ONU «deja claro que los hechos y las diferentes pruebas manifiestan que Atxabal fue torturada por las autoridades españolas estando incomunicada».

Además, estimó que el golpe es aún mayor dado que «obliga al Estado español a abrir una investigación objetiva y precisa sobre los hechos, reparar el daño causado a María y darle asistencia médica gratuita para superar el estrés post-traumático provocado por las torturas».

«El dictamen es contundente»

Al otro lado de la mesa, Jorge del Cura, experto del Centro de Documentación Contra la Tortura y veterano militante de esta causa, también se congratuló de la decisión tomada por el órgano de la ONU. Entrando a analizar el requerimiento en profundidad, destacó dos aspectos principales: «El primero es que la tortura es una práctica generalizada en el Estado español que no se quiere investigar, que se quiere pasar por alto. Falta voluntad política por parte de jueces de instrucción. Y esas fallas del sistema están quedando al descubierto en la gran mayoría de sentencias de los tribunales europeos e internacionales desde los años 2007 y 2008. Además, Amnistía Internacional revela que la gran mayoría de informes no son investigados por las autoridades españolas».

El segundo punto que destacó es el referido al propio régimen de incomunicación: «El dictamen es contundente en ese sentido, pide que se suprima esa medida. Concluye que mientras ese régimen exista las torturas pueden volver a producirse, por lo que pide de manera nítida que se derogue, que no se vuelva a aplicar».

En ese sentido, realizó un llamamiento a todas las personas que han sido torturadas: «La de Atxabal es la prueba de que se pueden demostrar las torturas. Es difícil, pero hemos demostrado que es posible. Ahora hay que conseguir que el Estado español cumpla estas exigencias».

Cuestionado por las consecuencias reales del dictamen, Del Cura reconoció que esta autoridad no puede obligar al Estado español a acatar la decisión, si bien negarse a ello «supondría un desprestigio tremendo para los que hasta hace poco presumían de derechos humanos, de que en su país no se torturaba, y les creían».

Sortu y los casos abiertos

Sortu, mediante una nota de prensa, estimó que «todas estas sentencias y las denuncias de miles de ciudadanos y ciudadanas vascas demuestran que el Estado español y sus diversas policías han utilizado la tortura contra el pueblo vasco de forma sistemática. La tortura ha sido un instrumento básico en la estrategia de guerra contra Euskal Herria».

Recuerda, en cualquier caso, que los efectos de esta práctica perviven: «Declaraciones y autoinculpaciones obtenidas bajo tortura son la única base de numerosos sumarios de la Audiencia Nacional en los que han sido encarcelados cientos de vascos»

Testimonio de torturas de María ATXABAL

Sobre las 2:30 aproximadamente, aparece la Guardia Civil en casa. Eran unos doce o catorce. Encañonan a mi marido y recorren la casa sacándonos a mi hija y a mí al pasillo, fuera de casa (…)  Al llegar a La Salve me toman las huellas y me hacen fotografías, me encierran en un calabozo (..) Al poco tiempo, media hora aproximadamente, me sacan del calabozo y me llevan a un coche, y me vuelven a hacer firmar el recibo de mis pertenencias. Al preguntar adónde me llevaban me golpean en la cabeza y me dicen que me iba a sentir «Ortega Lara», que aún les quedaba mucha cal, durante todo el viaje estuvieron amenazándome con que no iba a ser la primera desaparecida. Hice todo el viaje agachada y con los ojos cerrados. Hasta que empecé a oír más coches y gente y me dicen que me llevan al sitio del que nunca se sale, a la Dirección de la Guardia Civil en Madrid.

Después de un largo viaje llegamos a un sitio en el que me hicieron bajar del coche (iba con tres guardias civiles) y entrar por una especie de túnel, en el que empecé a recibir golpes en la cabeza y a oír frases como «ahora vas a joderte», «de aquí ya no sales», «al fin has caído»… todo esto con los ojos cerrados y mirando hacia abajo.

(…) De allí me sacaron y me llevaron a una sala, donde había unos ocho o nueve guardias civiles (por las voces) que comenzaron a decirme que tenía dos opciones: o cantaba o no salía viva, que total por un juicio más, que ya me habían cantado, que lo sabían todo, que estaban detrás de mí hace tiempo y por fin me tenían. Todo esto gritándome y empujándome entre cinco. Yo les dije que se habían equivocado y que yo no sabía nada, y empezaron a golpearme en la cabeza. Me seguían gritando y empujando, no sé cuanto tiempo duró esto hasta que me desmayé. Luego me desperté en el calabozo, boca abajo y con la cabeza mojada (…)

Al poquísimo tiempo, casi no me dio tiempo de volver a sentarme en el suelo, volvieron y me llevaron a una sala. Al entrar me abofetearon y empezaron a darme golpes en la cabeza y a empujarme, mientras me llamaban «puta asesina», «que ahora iba a saber lo que es bueno», «que si alguna vez me habían metido una botella por el culo, que ya lo iba a probar».

Me hicieron desnudar y yo seguía repitiendo que se habían equivocado, entonces uno me agarró por el cuello y otro le gritó: «¡Cuidado con las marcas!», y me empujaron, intentaron subirme a una especie de mesa entre tres o cuatro, mientras gritaban «primero por el culo y luego por el coño». En ese momento sufrí un ataque de angustia y perdí el conocimiento. Entonces me levantaron de la mesa y me pusieron en el suelo, dándome aire y diciendo: «Joder que nos la lía». Al no poder respirar intentaron hacerme el boca a boca, pero me resistí, me llevaron de nuevo al calabozo y se quedaron en la puerta hasta que normalicé la respiración (…)

Poquísimo tiempo después volvieron a por mí y me llevaron nuevamente a una sala. En esta ocasión un guardia distinto a las ocasiones anteriores me dijo que habían detenido a mi hija, que la iban a interrogar, que se jugaba el tipo por decírmelo, pero que pensase lo que iba a hacer y salió de la sala. Al abrir la puerta oí una voz que creí que era la de mi hija diciendo: «Ama, ¿dónde está mi ama?». La puerta quedó entreabierta y vi pasar (por debajo del antifaz que me habían puesto para que no viera) entre varias botas y playeras unas playeras negras y los bajos de un pantalón parecido a uno que tiene mi hija (…)

Al poco tiempo me sacaron de nuevo al forense y allí le comenté mi ataque de angustia y que no podía respirar (…) Me llevaron de nuevo a una sala y antes de entrar oí unos sollozos como los de mi hija y que decían: «Angélica, si tu ama se porta bien te irás pronto de aquí».

En la sala me dejaron sentar y empezaron a preguntarme si yo había puesto en contacto a algunas personas, yo dije que no y me dieron una patada en el pubis, diciéndome que mi hija solo llevaba un par de bofetadas pero que enseguida la ponían a punto, y un guardia le dijo a otro: «Esta hija de puta no entiende, a ver si entra en razón, olvídate de que es una cría» (…)

Al cabo de un rato más largo que los anteriores me sacaron del calabozo y me llevaron a la Audiencia. Allí reconocí mis declaraciones y no denuncié torturas, esperando solo que mi hija, sobrina y los demás estuviesen bien. Estaba confundida, asustada, como ida, muy débil (…) Me trasladaron a Carabanchel. En ingresos pensaron que era una yonki con el mono por el estado en el que estaba (…)

Cronología: diecisiete años después

7 de junio de 1996

La Guardia Civil detiene en su piso a María Atxabal, trasladándola primero al cuartel de La Salve y a Madrid después. Denuncia torturas para autoinculparse.

Finales de 1997

Atxabal, que sufre estrés postraumático tras la incomunicación, es juzgada bajo la acusación de «colaboración con banda armada». Resulta absuelta.

Octubre de 2000

Atxabal presenta una querella por torturas contra el Estado español. Intenta en vano que el caso se tramite en Bilbo. El sumario se instruye en Madrid.

Junio de 2003

Tras denegar el Juzgado de Madrid la apertura de juicio contra cuatro guardias civiles, decide interponer un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.

Enero de 2005

El Tribunal Constitucional no admite a trámite el recurso, obligando a Atxabal a recurrir ante el Tribunal de Estrasburgo, que desestima el caso en 2008.

2013

Atxabal decide finalmente dirigirse al Comité de DDHH de la ONU, quien finalmente reconoce las torturas y reprende al Estado español.

GARA

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