A finales de julio, hizo su aparición, en la comarca catalana del Camp de Tarragona, un nuevo grupo anticarcelario llamado La Corda, empezando a hacer funcionar su blog, que podéis encontrar en esta dirección de internet: https://lacorda.noblogs.org/. Piensan dedicarse a apoyar las luchas de autodefensa de las personas presas y a denunciar todas las situaciones injustas, inhumanas, crueles y degradantes que sufren, especialmente las que están encerradas en la cárcel de Mas Enric, en Tarragona. Iniciaron el blog con una detallada descripción de ese centro de exterminio y un resumen de lo que allí sucede. A continuación, una traducción al castellano del texto catalán original.
El centro penitenciario de Mas d’Enric tiene una capacidad para unas 1.200 personas, y actualmente hay unas 700. Las personas presas están repartidas en diferentes módulos, según criterios como el tipo de delito del que se les acusa. Preventivos (módulo 1), Toxicomanías (módulos 2 y 3), Personas que ya salen de permiso (módulo 4), Condenas cortas (módulo 5), Delitos violentos (módulo 6), delitos sexuales y bandas criminales (módulo 7), Mujeres (módulo 8), Jóvenes de entre 18 y 25 años (módulo 9), DERT (módulo 10), Enfermería (módulo 11), Enfermería vulnerables (módulo 12) e Ingresos.
Se trata de una prisión muy nueva, inaugurada a finales de diciembre de 2015, y denominada como «una de las cárceles más modernas de Europa». Está dividida en espacios comunes (donde se encuentran las personas de los diferentes módulos) y espacios específicos (ubicados dentro de cada módulo). Dentro de los diferentes módulos hay unas pequeñas bibliotecas, y una biblioteca más grande en un espacio común, donde también está la escuela. En la biblioteca general hay contratada una persona de la calle con estudios de bibliotecario/a, la cual tiene uno o dos ayudantes, que son personas presas. La escuela sería similar a una escuela de adultos, donde diferentes maestros imparten estudios básicos, ESO, catalán y castellano. También están las actividades de artes escénicas, de guitarra y de radio. Y las actividades deportivas, repartidas entre el gimnasio, la pista y la piscina. Estas actividades las dirigen tres monitores que han hecho INEF.
La piscina de la prisión de Tarragona ha sido uno de los elementos de más polémica en torno a los supuestos «lujos» de los que disfrutan las personas presas. Decir que esta piscina está cerrada la mayoría del año, ya que sólo abre de junio a octubre. Además, el acceso a la misma no es libre, sino que cada día le toca a las personas de uno o dos módulos determinados, y en horarios concretos. Lo que hace que si en esas horas una persona está trabajando en los talleres o tiene cita con el educador, por ejemplo, ya pierde el día de piscina. Si, con todos estos filtros, aún hay una cantidad personas que puedan acceder acceder a la piscina por encima de la capacidad de esta, es el monitor el que elige, en función del comportamiento y la «clasificación» de las personas presas. Esto hace que, en la práctica, haya personas que nunca o casi nunca puedan acceder a la piscina, o que solo puedan hacerlo contados días en todo el verano.
Los presos y presas son clasificados en función de su comportamiento y de que cumplan o no lo que se les pide en los programas de «reinserción». Esta clasificación se realiza mediante letras: A, B, C, D y E. Siendo la A la mejor clasificación (no tienes partes ni amonestaciones, sigues el tratamiento, vas a la escuela, trabajas …) y la D la peor. Esta clasificación es un chantaje más, ya que a partir de esta se te otorgan o se te quitan unos «privilegios», como el acceso a la piscina o la posibilidad de tener dos vis a vis al mes, en vez de uno.
Como en la mayoría de cárceles, hay personas en primer grado (aislamiento), segundo grado (régimen «normal», la mayoría de las personas que están en prisión) y el tercer grado (la gente que ya hace salidas a la exterior). Dentro de este, encontramos el tercer grado medio, que serían aquellos que están toda la semana en la cárcel y salen el fin de semana, o el tercer grado completo, que serían las personas que hacen vida fuera y van a dormir a la prisión. Estos últimos se encuentran en la antigua prisión de Tarragona (Avenida República Argentina).
En la prisión de Mas d’Enric, hombres y mujeres están separados en cuanto al módulo (incluyendo patio y cocina), pero sí que tienen acceso a las mismas actividades y talleres, por lo que hay ciertos espacios donde hombres y mujeres coinciden. La principal desigualdad que tienen es que los hombres están divididos según el delito y sus particularidades. En cambio las mujeres están todas juntas, en un módulo. Esto conlleva menos personalización y más conflictos e incomodidades en el día a día, ya que estarán juntas las que hayan cometido un delito de sangre, con aquellas con muchos problemas de drogas o la que entra por primera vez por un hurto.
Como en todas las cárceles catalanas, el negocio de los talleres, los productos y los servicios se hace a través del CIRE. El CIRE funciona como una supuesta empresa pública, pero formada por muchas empresas privadas, que son las que gestionan desde los talleres, hasta los productos del economato o la comida. El CIRE es una mafia que genera muchos beneficios a costa de explotar a lpersonas presas. En el caso de los talleres, las personas presas no tienen ningún tipo de derecho (ni a hacer huelga, ni a sindicarse…), si no pueden ir a trabajar porque tienen una entrevista con el psicólogo -para poner un ejemplo- ese día no lo cobran. El salario es bajísimo: 100 o 200 euros al mes. Y los economatos, que es donde la mayor parte de los presos y presas gastan una buena parte de su sueldo, también son del CIRE, por lo tanto es un negocio redondo. Decir además, que los precios de los productos del economato son entre una y dos veces más caros que en la calle. La comida la hacen los mismos presos (es uno de los trabajos de dentro de la prisión) con productos e ingredientes del CIRE. La calidad de los alimentos es pésima (la más barata del mercado y con restos que nadie quiere o que en la calle ya no se podrían vender), y el menú muy poco variado y saludable.
Cada centro de exterminio tiene características diferentes, pero el fondo y el fin son comunes. Las cárceles, todas ellas, son centros que buscan anular a las personas, someterlas y desposeerlas. Convertirlas en mercancía sumisa. Degradarlas mediante la jerarquía, la dominación y el autoritarismo. Por eso es por lo que hemos decidido intentar sacar adelante este grupo anticarcelario.
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