«El glorioso pasado libertario es ahora patrimonio de los que quieren rescatar y actualizar el potencial subversivo de una revolución dolorosamente vencida. Convertirlo en objeto de culto como se trata de hacer a menudo equivaldría a matarlo dos veces. Se trata de algo más sencillo: adecuar la experiencia emancipadora de la revolución perdida a las nuevas exigencias intelectuales y materiales de la lucha contemporánea por la liberación de los oprimidos. Y ello pasa por el conocimiento verídico de dicha revolución.»
Miquel Amorós, en una anterior presentación del libro
Algunas de las personas que participamos en las actividades relacionadas con el nombre «Tokata» hemos decidido implicarnos en la organización de esta presentación, como lo hicimos antes, por ejemplo, en la de un documental sobre la revolución asturiana de 1934. La razón es que en nuestra manera de entender lo que se ha dado en llamar «lucha anticarcelaria» no existe ningún horizonte para la abolición del castigo dentro de la sociedad capitalista y de las formas de gobierno correspondientes. Porque el capitalismo no es ninguna «sociedad», sino, más sencilla y claramente pensado y dicho, un régimen totalitario de dominación y explotación, digno heredero de los históricamente anteriores, pero que se caracteriza específicamente por la trinidad Capital-Estado-Cárcel que, desde su surgimiento histórico, constituye lo más íntimo de su naturaleza propia. Los únicos intentos más o menos reales que conocemos de abolir el castigo, la dominación y la explotación han sido las revoluciones proletarias del siglo XX, masacradas a sangre y fuego por la violencia sistemática, o sistémica, en que consiste fundamentalmente la autodenominada «civilización» que padecemos. De esas revoluciones vencidas, pero no del todo olvidadas, la que se produjo en 1936 en el territorio hoy dominado por el Estado español es la más profunda de la que hayamos tenido noticia y, dentro de ella, la de la Columna de hierro, «célebre milicia revolucionaria del proletariado», ha sido una de las experiencias más conscientes, reveladoras y memorables. Por eso nos parece una excelente referencia para el trazado de una perspectiva sobre la abolición simultánea del sistema punitivo, del Capital y del Estado, que para nosotros vienen a ser tres de los aspectos esenciales de esa misma monstruosidad histórica de la que quisiéramos liberarnos.
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