¿De Quién Es Esa Valla? ¿De Quién Esos Policías?

Adivina quién va a tener la culpa cuando se produzcan muertos o heridos en la valla de concertinas que Marruecos está instalando a unos metros de la valla de Melilla, en territorio marroquí. El Gobierno español dirá, como dice cuando se conocen los casos de víctimas que tratan de llegar a la valla pero que desaparecen misteriosamente, que eso son cosas de Marruecos. Jugarán al truco de las manos limpias: la policía marroquí se las ensucia por nosotros para que España pueda decir “nosotros no tenemos la culpa” y “Marruecos se ha hecho cargo”.

El argumento no se sujeta. ¿Para qué va Marruecos a colocar cientos de policías antes de una frontera de salida, si precisamente está deseando deshacerse de todos los subsaharianos que están en su territorio sin papeles? ¿Con qué interés querría Marruecos impedir que sigan su camino? ¿Para qué instalar unas vallas con cuchillas, añadidas a las que ya tiene España, que mantengan “el problema” en su país?

Aunque el uniforme sea marroquí y en la nueva valla ondee la bandera marroquí, son en realidad fuerzas y dispositivos que sirven directamente a España y a Europa. Están ahí para trabajar por “nosotros”. No hay otra razón que no sea la de defender la frontera para que no tengamos que defenderlas con nuestras propias fuerzas y banderas. Por pura cuestión estética y también legal: mejor que violen los derechos humanos por nosotros, que hacerlo uno directamente siempre trae más problemas.

Marruecos es nuestro mercenario, y recibe buena recompensa. A cambio de controlar por nosotros el flujo de inmigración – también nos echa una mano en otras cuestiones que para nuestro Gobierno entran en el mismo saco: terrorismo o narcotráfico – la diplomacia española se emplea a fondo por mantener contento al rey Mohamed VI. Precisamente hoy, el ministro de Exteriores español está firmando un acuerdo de Cooperación con Marruecos; las ONG españolas se quejan desde hace ya lustros de que los fondos españoles que deberían ir a erradicar la pobreza del magreb están siendo utilizados para financiar aquello que la monarquía marroquí señala.

A pesar de los euros que van a Marruecos, uno no encuentra a la Agencia de Cooperación Española en los montes del Gurugú o tras las tapias de la Universidad de Nador donde duermen cientos o en el desierto de la frontera con Argelia donde la gendarmería los abandona a su suerte. Solo se ven a organizaciones sociales independientes y observadores internacionales que resisten entre los acosto oficial marroquí hasta que ya no pueden más y tiene que venir otro a hacer su trabajo. Con los periodistas pasa igual.

Al final de todo, queda dibujada una pirueta: España utilizando los fondos de Cooperación Exterior como contrapartida para la subcontratación de fronteras, cosa que a su vez emborrona las responsabilidades y facilita la violación de derechos humanos.

http://www.juanlusanchez.com/

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