Según Diario de Alcalá, los hechos se remontan al verano de 2006, unos meses después de que Frida V. ingresara en Madrid I. Allí conoció a Eva Marta, mexicana como ella, que le aconsejó que se acercara a José María si, como ella deseaba, quería conseguir un empleo dentro de prisión. También el propio José María le aseguró que le daría el trabajo, siempre y cuando tuviera “un rollito” con él. Ese día, Eva Marta fue a buscar a Frida a su celda para llevarla al economato, donde esperaba José María. Y allí abusó de ella sexualmente.
Frida manifestó en el juicio que accedió a mantener relaciones sexuales con el funcionario por la necesidad de un trabajo, y que tardó en denunciar los hechos por vergüenza. Después del encuentro del economato, Eva Marta, que también había mantenido relaciones con José María, comenzó a coaccionar a Frida. Según la víctima, “como una mujer despechada”. Lo que la animó a denunciar lo ocurrido fue la nota amenazante que recibió en su celda en marzo de 2007, escrita por Eva Marta según concluyó el examen caligráfico, en la que la advertía que “suelen suceder accidentes” y le aconsejaba que no abriera la boca.
Los dos han sido condenados a cuatro años de prisión por un delito de abuso sexual con acceso carnal. José María fue el autor material, y Eva Marta cooperó con él. El tribunal no pasa por alto que José María se sirvió de su situación de superioridad para abusar de su víctima y que la voluntad de Frida se veía condicionada. Al funcionario le condena también a una pena de dos años y siete meses de prisión por un delito continuado de abusos en el ejercicio de su función. Y a Eva Marta, a cumplir otros 15 meses en la cárcel por amenazas. La pena del funcionario se eleva a los 6 años y 7 meses de prisión; la de la interna, a 5 años y 3 meses.
Para la sala no hay ninguna duda de la credibilidad del testimonio de la víctima. La sentencia destaca su “declaración rotunda y sin ambigüedades”, en la que “aportó múltiples datos de la conducta desplegada por cada uno de los procesados desde que ingresó en el centro”. También da credibilidad al testimonio del inspector de Instituciones Penitenciarias al que se mandó investigar si existían relaciones entre funcionarios e internas, que aconsejó a la víctima que denunciara lo ocurrido.
No fueron igual de esclarecedores, según la sentencia, los testimonios de José Luis Cuevas y Bonifacio García, director y subdirector de Madrid I cuando llegaron a Instituciones Penitenciarias los rumores sobre posibles relaciones en el centro, a finales de 2006. Cuevas no recordaba en el juicio que el inspector de Prisiones le recomendara vigilar los movimientos de José María y de su víctima; ni haber encomendado esa labor al subdirector del centro, cuyo testimonio, según la sentencia, está lleno de “vacilaciones”.
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