Otra Cárcel No Es Posible. Lledoners: Crónica De Cinco Años De Exterminio.

En noviembre hará cinco años que la prisión de Lledoners entró en funcionamento. Cinco años de una Institución opaca a la comarca donde la mayoría de la población queda sorda, ciega y muda ante ésta. El espejismo que nos mostraba la Generalitat de la mano de los medios de comunicación, ahora hace cinco años, posicionaba Lledoners como la prisión modélica de Cataluña. Un «modelo» que se fue basando en irregularidades, engaños, maltratos, tortura, abusos de poder y confabulaciones terapéuticas.

Entre el 24 y 25 de octubre de 2008 pasaron más de 11.000 personas por las jornadas de «puertas abiertas». Rápidamente aparecieron algunos de los tópicos que a día de hoy, desgraciadamente, todavía se mantienen: «Ahora las prisiones parecen hoteles», «Se vive mejor adentro de la prisión que afuera», «Las prisiones de ahora no son como las de antes, son una vanguardia», «Entran a la cárcel y encima tienen trabajo asegurado», etc. Ante estos tópicos hay que gritar y con fuerza que la situación actual dentro de Lledoners y del resto de prisiones catalanas (y estatales) es muy precaria, que hay una alta tasa de masificación de los espacios, una progresiva reducción  y calidad de la comida Y, por contra, va en aumento la tasa de enfermedades mentales y otras enfermedades físicas. Y es que según fuentes de Instituciones Penitenciarias cerca del 30% de la población reclusa sufre algún tipo de enfermedad psíquica, un 10% está infectada por el VIH y más del 50% padece algún tipo de drogadicción. La conformidad social penitenciaria está basada en la medicación forzada y el uso abusivo de psicofàrmacos por parte de la institución como mecanismo de control.

Y es que entrando en el ámbito del control, la mayoría de beneficios penitenciarios (como el acceso a la piscina, a no tener problemas con las comunicaciones, a tener permisos, a acceder a las actividades, etc.) se convierten en chantajes para mantener un comportamiento sumiso de la persona presa. Por otro lado, las relaciones sociales y familiares de las personas presas pasan a ser institucionalizadas, controladas y dosificadas por la administración penitenciaria rompiendo los pocos lazos afectivos que tienen en extramuros. Además, hay que dejar claro que la prisión es un amplificador de desigualdades y en este sentido,se hace más patente la situación económica de los presos.

Los economatos se están convirtiendo en tiendas a precios de lujo gestionadas por la misma administración a través del CIRE. En el campo del trabajo asalariado, lass empresas están viendo en los módulos productivos un jugoso negocio explotador por una mano de obra que no supera los 200 euros al mes.

Maltratos, tortura y muertes.

Ledoners ha sido fuente de polémica por las diversas denuncias por maltratos y tortura que han ido apareciendo a lo largo de estos cinco años. Varias muertes han salpicado la prisión, entre las cuales encontramos el escandaloso caso de en Luis Dalmau. Un hombre de 73 años que murió en su celda, en condiciones muy precarias, después de que la dirección de la prisión recibiese reiteradamente su petición de libertad condicional por causas humanitarias recogido en el artículo 104.4 del reglamento penitenciario. Más adelante estalla la campaña contra la tortura y los malos tratos dentro de prisión (Cárcel=Tortura) la cual inició la tarea de sacar a la luz pública las diversas situaciones de maltrato. Entre ellas encontramos varias denuncias perpetradas a Lledoners y en especial al Departamento Especial de Régimen Cerrado (DERT) de esta prisión: palizas, vejaciones, humillaciones, contenciones con sujección mecánica hasta 8 horas boca abajo, inyecciones forzadas que dejan en estado vegetal y tienen efectos destructivos a nivel mental, etc. Varios carceleros han sido imputados en casos de maltrato por los Juzgados de Manresa, entre ellos la cabeza de unidad del DERT de Lledoners.

Desmitificando los módulos de respeto

El año 2010 aparece el Grupo 33, un lobby dentro del mundo penitenciario que tiene como base fundacional la implantación de una aparente «alternativa» dentro de las prisiones –su lema es «otra prisión es posible»– basado en el modelo de la Unidad Terapéutica de Villabona (Asturias). Los apoyos que tiene el G33 son varios y engloban varios ámbitos. Los más notorios son los partidos políticos, los cuales todos van a incluir en sus programas electorales de 2010 los puntos pedidos por la línea política del G33 en ámbito penitenciario. También incluyen el apoyo adherido en el manifiesto de organizaciones como el Rotary Club del Berguedà (enero de 2011).

Este grupo empezó su activitad en el Módulo 6 de Participación y Convivencia (MPC en Lledoners). En este módulo se destinaban la mitad de la asignación del presupuesto total de todos los módulos de la prisión y también se invertían la mayoría de recursos –ejemplos: la Asociación Ared, la cual sólo aportaba actividades y voluntarios a este módulo 6, el Grupo 33 pagaba la edición de la revista exclusivamente del módulo en un formato bastante caro y discriminatorio a la situación de todos los otros centros penitenciarios, según datos extraídos de un informe de Serveis Penitenciaris relativo a los MPC. En diciembre de 2012, entra en lledoners un Nuevo Plan Funcional en todos los módulos del CP Lledoners (menos el DERT) denominándolos «Módulos Tipos». Actualmente los módulos 4 y 6 quedan como MPC –pero con muchos menos recursos de los que contaban– y el resto de módulos intentan parecer espacios basados en los MPC. Un modelo que por mucho que nos lo escondan, encubre la sumisión, la explotación, la censura, la tortura y la impunidad

Pero ¿qué es el MPC?

Según datos del mismo G33 estos módulos se basan en 7 principios y se podrían resumir en «la creación de espacios libres de droga y violencia, generar nuevos hábitos de conducta Y trabajo y establecerr una convivencia que resulte terapéutica, con el acompañamiento Y la implicación del carcelero». Podríamos decir que estos módulos tienen una mayor dotación de recursos e intentan crear espacios de autoorganización dentro del módulo, dando margen de decisión a los presos. La carencia de control y vigilancia por parte de los carceleros es sustituida por el control que ejercen los propios presos de dentro del Módulo. Así pues, el preso es convierte en carcelero y cualquier comportamiento que se salga de las pautas «terapéuticas» es motivo de expulsión del módulo. También son motivos de baja el hecho de presentar recursos o denuncias. Los «módulos tipo» de Lledoners tienen una intervención especializada, que en la práctica comporta la inscripción más o menos forzada en los programas específicos –la negación a realizarlos es vista como una grave falta conductual–. Los módulos se organizarán en comisiones Y se establecerán personas delegadas o representantes además de dinamizadoras. Se intenta, que los presos ocupen su tiempo el 100%, ya sea con actividades como con programas. La distribución de la población presa en los módulos será estratégica, puesto que se equilibrarán entre todos los módulos la presencia de quienes han denominado presoos «con conoductas desestructuradas para evitar la estigmatización, el fomento de liderazgos negativos». La traducción de esta frase, es el aislamiento de personas que denuncian las vulneraciones de derechos dentro de la prisión y no se presentan con una actitud sumisa ante la institución carcelaria. Encontramos varios ejemplos que constatan esta estrategia en Lledoners, ya sea separando a los presos que han denunciado torturas en varios módulos o directamente trasladándolos a otras prisiones de Cantalunya.

Varios grupos de apoyo a personas presas y colectivos anticarcelarios han criticado reiteradamente estas artimañas que sólo ponen remiendos y no atacan el problema de raíz. ¿Cómo se puede crear espacios libres de drogas, cuando la institución misma hace uso y necesita de esta drogadicción, ya sea con sustancias legales como ilegales?

¿Cómo se puede pedir que el carcelero actué como guía, cuando al mismo tiempo es quien se encarga de aplicar maltrato Y tortura? ¿Cómo crear espacios libres de violencia cuando la Institución carcelaria, en sí misma, ya es una fuente de violencia? ¿Cómo se puede denominar y convertir en «terapéutico» el encarcelamiento? En este último sentido, el más grave es la omisión del por qué estas personas se encuentran encerradas, puesto que la mayoría de estas provienen de la exclusión social. El sistema punitivo está al servicio del actual marco político-económico y toda aquella persona que desestructure este orden delinquirá y, quizás, por el solo hecho de sobrevivir (más del 63% de las condenas son por delitos contra la propiedad y salud pública). Por lo tanto, esta tarea «rehabilitadora» y «terapéutica» lo que hace es tratar este conflicto social cómo si fuera una patologia, despolitizando la raíz del problema. Cómo bien expresa el autor y antropólogo Alvaro Garreaud: «Por medio de esta operación abstracta, el gobierno terapéutico hace posible una alianza inédita entre presos, guardias y cuadros técnicos en el interior de un nuevo régimen de verdad que elimina toda referencia a la conflictividad o el enfrentamiento social (de clases), y en el que, inclusive, pasa a segundo plano la distlnción entre lo legal y lo ilegal».

Tomado y traducido por Tokata de El Pèsol Negre nº 62

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.