A finales del pasado mayo informábamos de la amenaza de cárcel que pesaba sobre Jean Marc Rouillan si no pagaba 18.000 euros a las supuestas «víctimas» de las mismas declaraciones por las que estaba terminando de cumplir la condena de cárcel que ahora ha desautorizado el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Se libró de entrar otra vez en la cárcel a principios del mes pasado porque, con aportaciones solidarias, se logró reunir la suma exigida dentro del plazo fijado. Ahora es él quien debe ser indemnizado por el Estado francés por la desproporcionada condena sufrida. En la web de La Directa publican hoy un artículo explicando los detalles y dando voz a Jean Marc sobre el asunto. A continuación, una traducción al castellano del original catalán.
Estrasburgo condena al Estado francés por haber encarcelado a Jean-Marc Rouillan por enaltecimiento del terrorismo
El gobierno francés deberá indemnizar al ex miembro de Action Direcbérsela hecho cumplirte con 15.000 euros a modo de reparación por ocho meses de privación de libertad. La sentencia sienta jurisprudencia en el ámbito europeo y rechaza la actual severidad penal porque tiene un efecto «fuertemente disuasorio en el ejercicio de la libertad de expresión».
“Cuando leí la sentencia pensé inmediatamente en Pablo Hasél y Valtònyc”, afirma con convicción Jean-Marc Rouillan, ex miembro de los grupos armados MIL, GARI y Action Directe, que recientemente ha conseguido un relevante hito judicial con el sello del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo (TEDH). La sección quinta del TEDH, por unanimidad de siete jueces procedentes de Irlanda, Letonia, Ucrania, Mónaco, Montenegro, Noruega y el Estado Francés, ha estimado que “la injerencia en la libertad de expresión del demandante que constituye la pena de cárcel que le fue impuesta no era necesaria en una sociedad democrática”. De ahí que el tribunal concluya que se ha violado el artículo 10 de la Convención Europea de los Derechos Humanos y condena al Estado francés a indemnizar a Rouillan con 15.000 euros por los meses que sufrió de privación de libertad.
La sentencia se publicó el 23 de junio y, según diversas fuentes jurídicas consultadas, supondrá un antes y un después en la jurisprudencia de todos los casos de condena a penas de prisión por delitos de enaltecimiento del terrorismo en el marco de las distintas legislaciones de los países que han firmado la Convención Europea de los Derechos Humanos y que, por tanto, deben acatar de facto las sentencias del TEDH. La sentencia no cuestiona la persecución judicial del enaltecimiento del terrorismo, pero pone el foco crítico en la proporcionalidad de la pena. “Las instancias nacionales deben mostrar moderación en el uso de la vía penal, especialmente en lo que se refiere a la ejecución de una pena de prisión, que tiene un efecto fuertemente disuasivo en el ejercicio de la libertad de expresión”, asevera en tono de enmienda hacia las autoridades judiciales francesas responsables de la pena de dieciocho meses de cárcel contra Rouillan –de los que cumplió ocho–, ratificada en las más altas instancias, después de que se presentaran recursos de apelación y casación. Los hechos juzgados hacen referencia a unas declaraciones de Rouillan en un programa de radio, en las que calificó a los militantes yihadistas que atentan en territorio francés como personas con “coraje”, aunque las palabras se sacaron de contexto porque en la misma entrevista decía que eran “salvajes” y “crueles” por el terror indiscriminado que propugnan.
“Todo esto ahora es para mí una militancia muy ‘democrática’. Me he pasado la vida diciendo que todo en la lucha son los actos, y acabo la vida preocupándome del derecho a la libertad de expresión. Qué paradoja. Milito por hacer un juicio a las leyes de mi país”, reflexiona Rouillan, que hace un balance positivo de haber insistido en llevar el caso hasta el Tribunal de Estrasburgo. Cuando salió por primera vez de prisión, le prohibieron hablar de los hechos por los que había sido condenado –el de mayor impacto, el asesinato del director general de Renault Georges Besse en 1986, después de un despido masivo de trabajadores. Entonces, durante una entrevista, respondió a una de las preguntas de esta manera: “no puedo hablar de esto, pero el hecho de no poder hablar de ello ya es una respuesta, habría podido hablar de si me hubiera arrepentido”. Por estas palabras, fue devuelto a prisión cerrada desde la situación de semilibertad en que se encontraba.
“La acción revolucionaria te lleva a una lucha permanente entre las presiones para convertirte en un arrepentido y la voluntad de seguir teniendo un pensamiento revolucionario. Me decían que era un loco y que hoy todavía esté implicado es insoportable para ellos. Me daban a escoger entre cerrar la boca e ir al campo a vivir de forma silenciosa o volver de nuevo a la cárcel”, recuerda.
En cuanto al actual escenario de retroceso en los derechos y libertades todavía ve un pequeño resquicio en el ámbito judicial. “Vamos hacia una situación muy dura en Europa. El sistema está totalmente en crisis, su base de funcionamiento es la represión, el control de la población, la desaparición de la oposición visible, por lo que la libertad de expresión es un campo de lucha. E irá a peor, porque temen una sublevación. Seguirán con la máscara de la democracia, pero con las manos de la dictadura”, sin poder huir del pesimismo de cara al futuro más inmediato.
Y lo concreta con su experiencia respecto al movimiento de los chalecos amarillos. “Hemos empezado a conocer un movimiento de población precaria muy despolitizado, poco organizado, que oscila entre posiciones revolucionarias contra las élites y posiciones de extrema derecha, poder fuerte y militarización. Debemos estar presentes en el movimiento para politizarlo y fijar la posición revolucionaria. Si no lo hacemos está claro que vamos hacia el autoritarismo fascista”.
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