Sebastián Bibiloni Palmer, de 48 años y natural de Palma de Mallorca, después de 39 días de ayuno, 6 de ellos también en huelga de sed, al advertirle los médicos de que su vida corría serio peligro, decidió el lunes pasado poner fin a su protesta. En lucha por su libertad condicional, ilegalmente retrasada desde hace tres años, ya aguantó hace unos meses otros 58 días en huelga de hambre, hasta que ingresó en el hospital con un fallo renal. En evidente represalia, fue trasladado en noviembre desde la cárcel de Ibiza a la de Zuera, con el consiguiente alejamiento de su familia. El pasado 3 de julio volvió a ponerse en huelga de hambre, después de que la Junta de Tratamiento de la cárcel le denegara un permiso ordinario y su petición de adelantamiento de la fecha de revisión de grado prevista para septiembre, para poder pasar de segundo a tercero y salir en libertad condicional. La fecha de cumplimiento a pulso de su condena de ocho años y medio es el próximo 10 de octubre, pero hace tres años que debería estar en libertad condicional. «Todos sus derechos se han visto vulnerados, es una situación muy injusta», dice su abogada, «cumple todos los requisitos para pasar a tercer grado, no tiene partes de sanción, ha pagado la totalidad de las responsabilidades civiles, tiene arraigo familiar y una madre anciana y enferma» .
Cuando el 6 de agosto, a los 33 días de ayuno, decidió ponerse también en huelga de sed, las autoridades carceleras amenazaron con iniciar los trámites para a alimentarle por la fuerza, contando con un juez de vigilancia penitenciaria que ya demostró hace un año, ordenando usar la violencia para obligar a comer a otro preso en huelga de hambre, su disposición a autorizar este tipo de tortura legal. Entonces, fue trasladado al hospital Miguel Servet de Zaragoza, tras haber sufrido un desmayo en la celda de la cárcel. Según su abogada, ingresó “con problemas de movilidad en toda la parte izquierda de su cuerpo y sin que nadie de la prisión o de Instituciones Penitenciarias diese ningún aviso”. Fue un compañero de prisión quien informó a la letrada del traslado al hospital. La hermana de Sebastián ha denunciado «la gran desinformación a la que ha estado sometida la familia», ya que la administración carcelera no les informó de nada hasta la mañana del lunes. “Nos enteramos por la abogada de que lo ingresaron el sábado, y este lunes me ha avisado la asistente del Centro Penitenciario de que estaba ingresado, pero sin ningún tipo de información sobre su estado”. Por ahora, Sebastián permanece estable y no se teme por su estado de salud, aunque se desconoce el tiempo que permanecerá ingresado, ya que, “van a realizarle varias pruebas durante toda la semana para evaluar los posibles daños de la huelga”.
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